Comentario
El asentamiento tuvo una densa población desde el Intermedio Temprano, como se puede observar por medio de los grandes cementerios formados desde el 300 a.C. al 100 d.C. Esta nucleada población vivió tanto de los productos del mar como de la agricultura intensiva practicada en los fondos de los valles y en las montañas mediante un sistema de andenerías.
Durante la fase Lima, el Templo Viejo de Pachacamac alcanza gran prevalencia, siendo ampliado y reconstruido; por ejemplo, la Pirámide de los Adobitos en el interior del Templo del Sol, el Templo Pintado o el Templo de Urpiwachak. Este complejo tuvo un gran ascendente entre el 300 y el 600 d.C., hasta el punto de que se pudo transformar en un centro de peregrinaje importante para la costa central. Su importancia se perpetuó con el Templo de los Adobitos y el Urpiwachak, que fueron construidos hacia el 600 d. C. y permanecieron en vigor hasta el 1.000 d.C.
En tiempos post-Huari (900-1.400 d.C.) la región estuvo dividida en señoríos: el de Collique o Colli en el valle de Chillón y el señorío de Ichma en las cuencas del Rímac y del Lurín, y el señorío de Yungos en la sierra de Lima. Es muy posible que la influencia del oráculo de Pachacamac quedara relegada en esta época al sector norte de la costa central.
Después del 1.000 d.C. de nuevo vuelve a tener importancia el oráculo de Pachacamac, y el centro adquiere entonces connotaciones urbanísticas, introduciendo un patrón de pirámides con rampa muy común en los valles de Lurín, Rímac, Chillón y Chancay. Hacia el 1.100 d.C. el principal centro ceremonial de toda la costa se amuralla con tapial y adobes y cimientos de piedra, con dos grandes puertas en las que se inician sendas vías de comunicación importantes; una que enlaza con los valles de la sierra y otra costera. El centro mantiene una gran importancia hasta 1.450 en que comienza a decaer por presiones del exterior y la expansión definitiva del imperio incaico.