Época: Conquista Iberoam
Inicio: Año 1549
Fin: Año 1605

Antecedente:
Desarrollo histórico de la conquista



Comentario

Las conquistas fueron prohibidas por una cédula provisional de 1549. Sólo se permitirían aquellas que fueran de un reconocido interés de Estado y si estaban autorizadas por el Consejo de Indias o por las Audiencias. Cesaron así hasta la década de los sesenta, cuando la amenaza de ocupación extranjera indujo a otorgar otro gran número de ellas, la mayor parte de las cuales fracasaron. Sobresalieron cuatro importantes, que fueron las de Nueva Vizcaya (donde había minas), Florida (para despejar el Canal de la Bahama de la presencia francesa), Costa Rica (para establecer el puente entre Panamá y Nicaragua) y Filipinas (para establecer vínculos con el mercado asiático). A estas conquistas tardías se unió la de Nuevo México a fines de siglo, para evitar su posible ocupación por los ingleses ante la presencia de Drake en California, ya que se sospechaba que podía existir otro estrecho interoceánico en el norte.
Nueva Vizcaya fue una gobernación situada al norte de Zacatecas, donde se aseguraba que existían grandes minas de plata. Su conquista le fue autorizada a Francisco de Ibarra, un vasco de 15 años -sin duda el más joven de los conquistadores- por influencia de su tío, el omnipotente don Diego Ibarra, vecino adinerado de Nueva Galicia. La hueste conquistadora partió de Zacatecas, en 1554, y penetró en el norte hasta San Miguel y las minas de San Martín (Aviño), que no defraudaron las esperanzas españolas. De allí pasó a las minas de San Lucas. Se hicieron nuevas fundaciones y se trasladaron a ellas esclavos para las explotaciones mineras. En 1562 Ibarra fue nombrado Gobernador. Al año siguiente emprendió otra campaña, durante la cual erigió Nombre de Dios y Durango. Se dejó luego arrastrar por los mitos y se dirigió a Sinaloa, donde levantó el fuerte de San Juan y más tarde a Chiametla, que tardó en conquistarla 11 meses. Al cabo de ellos fundó San Sebastián (1565).

Las islas de San Lázaro, descubiertas en 1524 por Magallanes, fueron rebautizadas el año 1542 con el nombre de Filipinas por la expedición de Villalobos, en honor al monarca español. Constituían un punto de llegada del que no se podía regresar a América, hasta que el virrey de México, don Luis de Velasco, decidió dar crédito a los informes del religioso agustino fray Andrés de Urdaneta, que aseguraba ser capaz de encontrar la ruta del tornaviaje desde las islas especieras hasta México. Urdaneta había sido marino antes que fraile y participado en las expediciones de Loaysa y Villalobos. Velasco informó a Felipe II del proyecto y el monarca autorizó el envío de dos naos hacia las islas especieras. Escribió además a Urdaneta pidiéndole que participase en la expedición. Urdaneta, por cierto, no estaba de acuerdo en ir a Filipinas, archipiélago que pensaba se encontraba en la demarcación portuguesa. El quería que se conquistara Nueva Guinea, isla descubierta por Ortiz de Retes. El Virrey de México escogió por capitán de la empresa a Miguel López de Legazpi, quien residía en México, donde había sido su Alcalde Mayor. Los buques se construyeron (dos naos llamadas San Pedro y San Pablo, los dos pataches San Juan y San Lucas y un bergantín) en el puerto de la Navidad. Cuando estaban a punto de zarpar, ocurrió la muerte del Virrey (31 de julio de 1564). Se hizo entonces cargo del virreinato con carácter interino el Visitador Jerónimo Valderrama, que siguió apoyando la empresa y le dio el viraje decisivo de dirigirse a Filipinas, en vez de a Borneo. El cambio de objetivo se mantuvo en secreto. Se le comunicó a Legazpi en alta mar, cuando abrió el sobre con las instrucciones para el viaje. Urdaneta acató las órdenes, aunque evidentemente contrariado.

La expedición zarpó de la Navidad el 21 de noviembre de 1564. A los pocos días se perdió de vista el San Lucas que, al parecer, arribó sola a Mindanao. La armada siguió la ruta de Ruy López de Villalobos y llegó el 22 de enero de 1565 a las islas de los Ladrones. El 3 de febrero salió de la isla Guam y el 13 del mismo mes arribó a la isla Samar, donde se tomó posesión. Samar era una de las islas Visayas, como las de Leyte, Cebú, Bohol y Mindonoro y se encontraba en la parte central del archipiélago filipino, entre las dos grandes islas de Luzón y Mindanao. De Samar pasó a Leyte en busca de alimentos. Allí se hizo el primer pacto de amistad con los naturales del país. Legazpi recorrió luego varias islas, especialmente Bohol, donde apareció oro. Finalmente fue a parar a Cebú (27 de abril de 1565). Allí desembarcó sus efectivos, levantó el fuerte de San Pedro y dispuso la partida de Urdaneta para intentar el tornaviaje a América, aspecto fundamental sin el cual sería imposible colonizar el territorio. La nao San Pedro zarpó de Cebú en junio de 1565 con 200 hombres dispuesta a la aventura. Bajo las órdenes de Urdaneta navegó hacia el noroeste y subió hasta los 39°, encontrando la corriente del Kuro Shivo que arrastró la nave hasta la costa americana, avistada el 18 de septiembre. El 9 de octubre atracaba en el puerto de Acapulco después de haber encontrado la ruta de regreso desde Oceanía.

Legazpi emprendió la conquista de Filipinas, una de las más difíciles que realizaron los españoles, ya que suponía dominar un espacio de unos 300.000 kilómetros cuadrados, divididos en unas 7.000 islas e islotes, y en las cuales había unos 600.000 habitantes pertenecientes a etnias muy diferentes, como las de los primitivos negritos, los malayos, y los últimos emigrantes tagalos. Los españoles se encontraron, además, con creyentes del islamismo, con lo que cerraron su ciclo de lucha contra los musulmanes emprendido en la Península. Legazpi inició su conquista por el norte. Desde Cebú pasó a la isla de Panay y en 1570 a Mindoro. Llegaron entonces tres navíos con refuerzos, enviados por el virrey Martín Enríquez de Almansa. Con ellos venía el título de Adelantado de las islas para Legazpi y la autorización para fundar ciudades y repartir tierras y encomiendas, que había solicitado con Urdaneta. Fundó entonces, oficialmente, la ciudad del Santísimo Nombre de Jesús sobre el villorrio de San Miguel, establecido anteriormente en Cebú. El 15 de junio de 1571, el Adelantado partió de Panay hacia Luzón con intención de conquistarla. Al llegar a Cavite, recibió el homenaje de varios jefes musulmanes, entre ellos el de Manila. El 24 de julio de ese mismo año, fundó la ciudad de Manila, capital de su Gobierno. Mientras surgía Manila se completó la dominación de Luzón, isla en la cual se encontraron minas de oro en Paracale y Mamburao. Los españoles trasplantaron a Filipinas su sistema indiano. Legazpi otorgó 98 encomiendas e impuso a los nativos un tributo de 8 reales por año, pagadero en dinero o en especie. En 1572 falleció Legazpi y el mando fue a manos de Guido de Lavezares, gobernador de Cebú, señalado en el pliego de mortaja. Durante su mandato se completó la conquista y se asentó el régimen colonial.

La conquista de la Florida se había abandonado después del intento de Hernando de Soto, hasta que la Corona supo que los franceses se habían establecido en dicha Península, con intención de asaltar desde allí las naves españolas cargadas de plata que regresaban por el Canal de la Bahama a España. En efecto, el 18 de febrero de 1562 -siete meses después de haberse dado la cédula que establecía el régimen español de flotas- había salido del puerto de Dieppe el capitán hugonote, Jean Ribault, que levantó un pequeño fuerte en la desembocadura del río Santa Cruz, en la Florida. En 1564 llegó otro refuerzo hugonote, enviado por el Almirante Coligni y mandado por René Goulaine de Laudonniére, que se estableció a orillas de otro río, llamado de San Juan, donde construyeron el fuerte de La Carolina, en honor a su monarca Carlos IX. Los franceses afrontaron muchas penalidades y gran parte de ellos desertó para realizar acciones de piratería. Una de sus embarcaciones piratas naufragó cerca de Cuba, salvándose algunos de sus tripulantes. Las autoridades españolas se enteraron por ellos de la presencia francesa en la Florida y del plan de Ribault, que consistía en fortificar la Punta de los Mártires, al sur de la Península (a unas 25 leguas de La Habana), para colocar allí seis galeras que impidieran el paso de las flotas de la plata. Ribault pensaba además atacar La Habana con 800 hombres, y libertar a los esclavos de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico.

Felipe II ordenó a Pedro Menéndez de Avilés desalojar a los franceses, nombrándole Adelantado y Gobernador de la Florida. Su armada fue notable. Constaba de 19 buques y 1.500 hombres, a los que se unieron otros mil colonos procedentes del norte de España. Zarpó de Cádiz el 29 de julio de 1565. Tras una travesía muy accidentada, arribó a la Florida el 28 de agosto y a un punto que bautizó como San Agustín, por la festividad religiosa. Era un buen puerto para poblar, pero antes decidió desalojar a los invasores. Costeó hacia el norte y puso en fuga un refuerzo naval enviado por Ribault. Luego regresó a San Agustín y procedió al poblamiento español. Finalmente, se dirigió contra el fuerte Carolina. Sorprendió a los franceses y les derrotó. Laudonnier y 70 hombres lograron huir, sin embargo. Avilés persiguió más tarde otra flotilla mandada por el hijo de Ribault y capturó algunos hugonotes que se habían escondido en la selva. Tras rebautizar el fuerte francés como San Mateo, regresó a San Agustín, dispuesto a esperar el ataque de la flota de Ribault. No tardó mucho en saber que la escuadra de su enemigo había sido destrozada por una tormenta y que los supervivientes estaban cerca: 150 hombres a los que apresó fácilmente. Entre ellos figuraba el propio Ribault, que ofreció 100.000 ducados por su vida. No se le aceptaron y fue ejecutado junto a sus hombres. Los franceses desistieron ya de dominar la Florida, que se convirtió en el territorio hispano más septentrional de la costa Atlántica.

En cuanto a Costa Rica permanecía sin ser conquistada, pese a haberse intentado varias veces y constituir un territorio clave entre Panamá y Nicaragua. Tan sólo existía un asentamiento en el golfo de Nicoya. En 1560, la Audiencia de los Confines (Guatemala) autorizó su conquista a Juan de Cavallón, quien se asoció con el clérigo Juan de Estrada Rávago. Entraron simultáneamente con dos huestes por las costas atlántica y pacífica. Estrada, que iba por el litoral atlántico, sufrió un serio descalabro y se retiró a Nicaragua, pero Cavallón tuvo más éxito y pudo fundar varias poblaciones: Garcimuñoz, Los Reyes y Puerto Lancecho. Llamado por la Audiencia, tuvo que interrumpir la conquista, que continuó Francisco Vázquez de Coronado. Este irrumpió también por la costa del Pacífico, sometió a los indios sublevados y pasó a combatir a los Cotos y al valle de Guarco, donde fundó Cartago (1562). Más tarde conquistó la provincia de Ara (Talamanca). La dominación de Costa Rica fue completada por Perafán de Rivera (1572).

Nuevo México cerró el ciclo de las conquistas españolas. Su conquista se autorizó a Juan de Oñate, criollo de Nueva Galicia, ante el temor de que los ingleses se establecieran al norte de México. Oñate salió de Santa Bárbara, en 1598, con unas 400 personas. Pasó los ríos Gila y de las Balsas y fundó San Gabriel en el lugar donde hoy esta Chamita. Luego marchó al territorio de los indios Pueblo, estableciendo su campamento en San Juan, cerca de las legendarias ciudades de Cibola. Hizo alianzas con los pueblos circunvecinos y se adentró luego en las llanuras de Kansas para explorarlas, mientras su capitán Farfán hizo lo propio en Arizona. Oñate completó su correría por el noreste de Texas, Oklahoma, Nebraska y Iowa, comprobando que no había estrecho interoceánico. En 1605 se fundó en Nuevo México el Real de Santa Fe, que se convirtió en la capital de aquel territorio de frontera.