Época: Eco-soc XVII
Inicio: Año 1600
Fin: Año 1660

Antecedente:
Intercambios y finanzas



Comentario

Si el papel de Inglaterra no resultó quizá tan decisivo como el de Holanda en el comercio continental europeo (aunque tampoco es desdeñable), sin embargo, su participación en el comercio asiático y americano a lo largo del siglo XVII tuvo una gran magnitud. Este comercio se basó en el sistema de grandes compañías monopolistas privilegiadas por el Estado, el cual obtenía también jugosos beneficios económicos por su protección. El modelo no resultó estrictamente de nueva planta. En el siglo XVI surgieron ya compañías privilegiadas, aunque de menor entidad, que disfrutaron del monopolio de comerciar con ciertos productos en determinadas áreas. Entre ellas figuró la famosa compañía de los "Merchand Adventurers" o Comerciantes Aventureros. Siguiendo, pues, este modelo, surgió en 1600, con un capital inicial de 30.000 libras, la "East Indian Company" (Compañía Inglesa de las Indias Orientales), que, andando el tiempo, constituyó el principal instrumento de penetración del imperialismo británico en la India. Esta compañía constituyó uno de los principales exponentes del mercantilismo que rigió en la economía europea del siglo XVII, que se basó en gran medida en el intervencionismo proteccionista del Estado, atento al interés nacional, y en la explotación de un activo comercio de base colonial.
La "East Indian Company" obtuvo, al igual que su homóloga holandesa, importantes bases de operaciones en el Extremo Oriente asiático, aunque en este caso en el subcontinente indio. Las más importantes fueron Madrás (1639), Bombay (1661) y Calcuta (1698). También tuvo una réplica para el comercio americano en la Compañía Inglesa de las indias Occidentales, que aprovechó las posibilidades abiertas mediante la consecución de colonias en la costa atlántica de América del Norte y en las Antillas (Jamaica, Barbados).

Inglaterra participó en la configuración del modelo de economía colonial de plantación descrito para el caso holandés, que inundó el mercado europeo de productos coloniales y que tuvo una base esclavista. Practicó también activamente el comercio triangular entre Europa, África y América, uno de cuyos objetivos fue la trata negrera orientada a la venta de esclavos en este último Continente para su empleo en el trabajo de las plantaciones. La creación en 1672 de la Real Compañía Africana tuvo como efecto el aumento de la participación inglesa en el tráfico de esclavos.

El principal escollo a superar por Inglaterra para el desarrollo de su comercio marítimo consistió en la competitividad de Holanda, cuya numerosa flota mercantil ofrecía fletes a precios irresistibles. Este hecho motivó la promulgación de un conjunto de medidas proteccionistas, en línea con la política económica de corte mercantilista, que reservaban todo el comercio de Inglaterra a los barcos y tripulaciones de este país. Se trata de las famosas "Actas de Navegación", cuya serie comenzó en el año 1651, siendo luego objeto de confirmación con ligeras modificaciones. Tales medidas representaban una política de mar cerrado que perjudicaba seriamente los intereses de comerciantes y navegantes holandeses. Holanda se erigió en defensora del principio de mar libre y las fricciones surgidas entre ambos países por motivos económicos desembocaron en tres guerras sucesivas (1652-1654, 1665-1667, 1672), la primera de las cuales siguió inmediatamente a la primera "Acta de Navegación".

Después de estas guerras, Inglaterra asumió el protagonismo mantenido hasta entonces por Holanda, que pasó a un segundo plano. El liderazgo del comercio atlántico pasó a manos inglesas y el anterior sistema comercial, centrado en Amsterdam, dio paso a un sistema policéntrico, dominado por Londres, pero en el que participaban también otras grandes ciudades portuarias como Lisboa (relanzada a fines de siglo a causa del inicio de la explotación de las minas de oro del Brasil), Hamburgo, Burdeos y la propia Amsterdam.