Época: mosaico
Inicio: Año 1660
Fin: Año 1789

Antecedente:
La Península italiana

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

El antiguo ducado de Saboya aparece en la escena internacional transformado en reino independiente tras las paces de Utrecht, en cuyo organigrama europeo se concebía como Estado-tapón o barrera capaz de frenar el expansionismo existente entreAustrias y Borbones. Tiene su centro en Saboya pero se amplía con el Piamonte, habitado por unos 3.000.000 de habitantes, Monferrato y algunos territorios lombardos, y con Sicilia, permutada por Cerdeña en 1720. La capital, establecida en Turín, acabó convirtiéndose en una de las más modernas de Europa, y sus monarcas transformaron lo que era un antiguo feudo familiar en una Monarquía absoluta, plenamente integrada en la comunidad europea.
Ante un panorama político donde lo característico eran las diferencias administrativas y las autonomías locales bajo la dirección de la nobleza y el clero, Víctor Amadeo II (1713-1730) se planteó perfeccionar la estructura del Estado desde una óptica centralizadora. Para ello procedió a radicales reformas: centralizar el sistema impositivo, acabar con las diferentes monedas existentes saneando el sistema monetario-financiero y anular los abusos y privilegios de los grupos dirigentes. Esto se traduciría en una progresiva reducción de los poderes feudales. Al mismo tiempo, se adopta una política económica mercantilista relanzando la industria de la seda (crece mucho la exportación de estos tejidos a Francia y Gran Bretaña) y de la lana. Sobre todo se tendió a impulsar las manufacturas locales para lograr un desarrollo armonioso.

Carlo Emanuele III (1730-1773) desde su acceso al trono, más que continuar la acción reformadora prefiere consolidar los cambios realizados anteriormente y así lograr una gran estabilidad. Prosiguió la reorganización de la hacienda, y creó un moderno ejército, base de la defensa nacional al estallar la Guerra de Sucesión austríaca. Progresivamente, y gracias a la estabilidad social y política lograda, pudo relanzarse la política reformista de nuevo: supresión del derecho local y promulgación de una Constitución general; introducción de intendentes como agentes reales; y ya en los años 80-90 imposición universal y abolición del régimen señorial y de los feudos.

Víctor Amadeo III (1773-1796) no aportó nada original a la política heredada, prolongando las medidas precedentes en una triple vía: potenciar la fuerza militar del reino, perfeccionar la administración central y ampliar el control real sobre la nobleza y el clero. Logró así un Estado centralizado y poderoso aunque con un cierto retraso económico. Tras la toma de la Bastilla brindó protección a muchos nobles franceses facilitándoles la residencia en el reino y, poco después, mediante alianzas con Austria (1792) y Gran Bretaña (1793) formaría parte de las coaliciones europeas en contra de la Francia revolucionaria.