Comentario
En 1744, la declaración de guerra anglo-francesa significaba una verdadera lucha colonial entre ambos Estados, que no era otra cosa que la caja de resonancia de las contiendas continentales. Ninguno de los oponentes perseguía la suplantación absoluta, pues supondría el aumento de la oferta y la caída de los precios, pero sí querían la reducción del número de plantaciones y el deterioro de los circuitos enemigos. La falta de seguridad de los escasos enclaves franceses y las defectuosas rutas inglesas hicieron que se mantuviesen los mismos objetivos hasta el final de la contienda. Al igual que en otros escenarios ultramarinos, por ejemplo, en la India, los resultados fueron dudosos e imprecisos, salpicados con algunos éxitos de importancia por ambas partes; por ejemplo, en junio de 1745, Francia sufrió un revés con la captura de Luisburgo, en la desembocadura del San Lorenzo, gracias a la combinación de tropas británicas y coloniales.