Comentario
En las altas tierras situadas en torno al lago Van, en Anatolia Oriental, se consolida un potente estado, basado en la explotación agropecuaria del entorno, gracias a una importante actividad hidráulica, que permitía el riego de grandes extensiones territoriales, en su mayor parte propiedad real o de los templos. También los aristócratas, dispersos por los distintos núcleos de habitación, eran grandes propietarios y sus tierras estaban trabajadas quizá por mano de obra esclavizada, procedente de los prisioneros de guerra.
La mayor parte de la documentación que poseemos procede de fuentes asirias. Ya en las inscripciones de Salmanasar I, en pleno siglo XIII, aparecen las primeras referencias asirias de Urartu; sin embargo, hasta el siglo IX no encontramos noticias sobre la configuración del reino, consecuencia de la unificación política de distintas aldeas para defenderse de las rapiñas asirias. Y la monarquía asiria se convertiría en el modelo teórico para la organización y obtención de los recursos simbólicos del nuevo orden político.
Urartu tendría una especie de capital en Tushpa, aunque la descentralización funcional será una constante durante la existencia del reino, para preservar mejor su integridad. Algunos documentos transmiten como nombre de la región el de Nairi, pero éste se refiere únicamente a la parte meridional del reino, la más cercana a los asirios. Durante el reinado de Salmanasar III aparece mencionado Sarduci I, el fundador de la dinastía. Sus sucesores Ishpuini (832-810) y Menua (810-786), no tienen tanta importancia como Argishti I (786-764), con el que el reino alcanza su mayor extensión, en detrimento de los intereses de los maneos, sus vecinos situados en torno al lago Urmia. Por su parte, Sarduri II (764-734) ataca algunos centros neohititas, lo que despierta el recelo de Tiglatpileser III que vence al rey urarteo y pone fin a su pretendido expansionismo hacia el corredor sirio. Es probable, esta derrota, la causa de una sucesión irregular que recae en Rusa I (734-714), un enérgico gobernante que logra recuperar la mayor parte de los territorios perdidos, por la atención de los monarcas asirios a otros asuntos; pero cuando Sargón II decide cuidar su frontera septentrional, Urartu se repliega, como consecuencia del triunfo militar asirio que provoca el suicidio de Rusa I.
Sus sucesores Argishti II (714-680) y Rusa II (680-640), pondrán todo su empeño en contener la invasión de los cimerios. El éxito supone tal esfuerzo que el reino queda agotado. Desde entonces el declive será imparable, hasta la desaparición de Urartu hacia 590, como resultado de la presencia escita o meda. Durante el Imperio persa formará parte de la satrapía de Armenia.