Época: Siria
Inicio: Año 1600 A. C.
Fin: Año 1185 D.C.

Antecedente:
Ugarit: promontorio del hinojo

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

Aunque se conoce una potente fortificación con muros en talud (45° de inclinación), situada al oeste de Ras-Shamra, sobre la cual se erguía una robusta torre de 14 m de lado, y se abría una poterna de acceso (6 m de altura), de dintel monolítico, abovedada y con corredor subterráneo, semejante a otras halladas en Bogaz-koy, Troya, Micenas y Tirinto, que comunicaba con el Palacio real, las excavaciones todavía no han dado con la entrada principal de la ciudad, esto es, con el acceso que desde el cercano puerto y la llanura conducían al enclave urbano.
Hasta ahora lo excavado evidencia que la Ras-Shamra correspondiente al Bronce Reciente, y que cubría más de 20 hectáreas de superficie, fue no sólo una ciudad, sino también una verdadera capital, en la que existía un disciplinado poder político, controlado por los reyes de la dinastía fundada en el siglo XVIII a. C. por Niqmadu I, gracias al cual se podían dominar amplias zonas rurales, así como el núcleo portuario de Minet el-Beida, clave de su riqueza.

Sus calles, que se adaptaban a los desniveles del terreno, y que determinaban verdaderos barrios, muestran que no existió un urbanismo organizado, pues eran de corta longitud y anchura y, a menudo, laberínticas. Al propio tiempo, la constante reedificación del espacio ciudadano, debido a variadas circunstancias, deja ver un complejo urbanismo, típico de los centros del antiguo Próximo Oriente.

De los distintos barrios, el cercano al Palacio real, verdadero barrio residencial, es el que contó con las mejores viviendas, algunas de complicada planta, aunque la tónica común fue una sencilla y simple organización de los espacios. Quizás las más significativas -y que demuestran el grado de confort alcanzado- sean las viviendas de Rashapabu, prefecto del puerto de Ras-Shamra, y la Casa de los alabastros (llamada así por la gran cantidad de vasos de tal piedra hallados en ella), propiedad de un diplomático egipcio, ubicadas ambas en el indicado barrio residencial.

La primera ocupaba una superficie de más de 200 m2 (17 por 12 m) constaba de planta baja y piso superior; poseía pozo propio, baños, letrinas, equipadas de canalizaciones, y hasta tumba subterránea. La segunda era aún de mayores proporciones, con cuatro entradas y una cincuentena de habitaciones ordenadas en tomo a un patio interior.

Al este de la Casa de los alabastros se hallaba la Casa de Rapanu, escriba y dignatario del Palacio; contaba con no menos de 35 habitaciones y poseía biblioteca propia, además de tumba subterránea. En la misma zona estaba la Casa del letrado, llamada así por las tablillas halladas en ella, así como la Casa del Gran sacerdote, con numerosas piezas alrededor de un patio interior provisto de pozo; en la misma se encontró un riquísimo depósito de objetos de bronce, así como una biblioteca.

En general, las casas ugaríticas se concibieron también como lugares de enterramiento. Así, bajo el pavimento de las mismas se disponía la tumba familiar, de estructura rectangular, y a la que se llegaba mediante un dromos; solían estar cubiertas con falsa bóveda o bien con estructuras adinteladas. A veces, desde la calle -y esto para las grandes sepulturas- se disponía también de otra entrada a fin de facilitar los cultos funerarios y no entorpecer así las actividades cotidianas a los nuevos propietarios, si es que la casa había pasado a nuevas manos. Son dignas de interés las cinco tumbas de época hicsa, halladas en la ciudad baja, al norte de la acrópolis, que aparecieron intactas, con rico ajuar funerario.