Comentario
Una de las manifestaciones artísticas más divulgadas en las publicaciones sobre los fenicios la constituyen sus sarcófagos antropoides, notables no sólo por su tipología y técnica, sino también por su eclecticismo plástico.
En general, tales piezas siguieron tipológicamente las pautas egipcias, pero sin embargo, no es antropoide: nos referimos al que reutilizó el rey Ahiram de Biblos (del siglo X a. C.), obra a caballo de los siglos XIII y XII a. C. Tallado en caliza, de forma paralelepípeda (2,16 por 1,40 m; Museo de Beirut descansa sobre cuatro leones echados, con sus cabezas proyectadas en altorrelieve; los motivos esculpidos en sus caras, en tenue bajorrelieve, y bajo una banda de lotos, son totalmente fenicios y consisten en una escena procesional, en la que el rey recibe a unos portadores de ofrendas, que aparecen a lo largo de los dos lados largos del sarcófago; en los lados menores se figuran plañideras con los senos descubiertos; la tapa, con una larga inscripción fenicia, tiene dos leones con sus cabezas también hacia afuera, a modo de asideros, a cuyos lados aparecen dos figuras masculinas barbadas y de perfil, con una flor de loto.
Esta doble representación, para algunos, se refiere al rey; para otros, en cambio, se trata de las figuras de Ahiram y de su hijo Itoboal, a fin de evocar así la continuidad dinástica.
Le siguen en interés los sarcófagos labrados en el siglo vi a. C. y traídos de Egipto, según M. L. Buhl, de los reyes sidonios del siglo v a. C., Tabnit y Eshmunazar. Estos son ya de tipología antropoide, esto es, representación sólo de la cabeza del difunto, dejando el resto del cuerpo a modo de momia, aunque figurando en su parte inferior los pies. El sarcófago de Tabnit, en basalto negro (Museo de Estambul), adopta la figura de una gran momia en la que destaca su cabeza o máscara funeraria de estilo egipcio y el rico pectoral que adorna el pecho. La parte inferior la ocupan una inscripción jeroglífica y otra fenicia, prueba de su reutilización. Muy parecido es el sarcófago de Eshmunazar (Museo del Louvre), también tallado en basalto negro y con larga inscripción fenicia en su parte frontal.
De Sidón, asimismo, provienen varias decenas de sarcófagos tanto masculinos como femeninos, fechables entre los siglos v y N a. C. en los que la influencia griega se detecta en el modelado de la fisonomía y del cabello. En el mismo hipogeo sidonio en donde se halló el sarcófago de Tabnit, aparecieron otros 16, tanto de estilo egipcio como griego. Entre ellos estaban los famosísimos sarcófagos llamados de Alejandro, del Licio, del Sátrapa y de las Lloronas (hoy en el Museo de Estambul), verdaderas obras magistrales.
Aunque Fenicia, dado su peculiar estilo de vida política, no conoció el relieve histórico, sí tenemos relieves plasmados en numerosas estelas, que hablan de la pericia de sus esculturas. Si bien las halladas en Fenicia y Chipre no tiene la calidad que las del Occidente fenicio (Cartago, Sulcis, por ejemplo), una, en alabastro, procedente de Arvad (61 por 32 cm; Museo del Louvre), de los siglos VIII-VII a. C., presenta bajo una superficie en forma de tapiz de palmetas el bajorrelieve de una esfinge alada y echada, tocada con la doble corona egipcia. De la misma localidad proviene otra estela de piedra, ya del siglo I a. C. fragmentada (60 cm; Museo del Louvre), de tres caras, en las que se representa a otros tantos personajes de perfil, coronados todos ellos con el disco alado.
De Amrit nos ha llegado una estela (1,70 m), fechada en el siglo IX a.C. en la que aparece el dios Baal, vestido a la egipcia y blandiendo una maza por encima de un león; en la parte superior se halla el disco solar alado y en su interior la hoz lunar; tipológicamente puede emparentarse con la Estela de Baal con el rayo, de Ugarit.
Otras estelas que deben citarse son las de Yehaumilk, de Biblos (1,13 m; Museo del Louvre), en caliza, del siglo v a. C., con inscripción y escena incisa de culto a la diosa Baalat, cual Isis-Hathor; la de Baaliaton, de Umm el-Amed, en caliza (1,81 m; Ny Carlsberg Glyptotek de Copenhague), con tal personaje vestido con amplia túnica y en acto de adoración, fechada en el siglo m a. C.; y la de Baalshamar (1,17 m; Museo de Beirut), de la misma localidad, aunque un siglo posterior.
Un bajorrelieve (63 por 81 cm; Museo del Louvre) que quizá perteneciese a una estela, hallado en Gharfin (Biblos) con el tema de Triptolemo y su carro arrastrado por dragones, completa el panorama relivario fenicio, que se puede rematar con algunos relieves hallados en Tir Dibba (Líbano), con el tema de las dos diosas egipcias (Museo del Louvre), en Akziv o Kuklia, con la figuración de un edículo, y en Chipre (por ejemplo, la estela fragmentada, marmórea, de Pergamos, hoy en el Museo de Nicosia). Típicos e inconfundibles fueron los capiteles protoeólicos (siglo VI a. C.), elementos puramente decorativos, utilizados también en las estelas y en las columnas y pilastras de las construcciones. Sus volutas están, a veces, combinadas con esfinges, palmetas y flores de loto. Como detalle a comentar, por su extrañeza, es que capiteles de este estilo han sido hallados en Palestina, sur de España y norte de África, pero ninguno lo ha sido en la Fenicia propiamente dicha.