Comentario
Desde una fecha incierta pero en todo caso posterior al 1780 a. C. y hasta el 1190 a. C., el mundo hitita daría cuerpo a una serie de realizaciones materiales propias y muy distintas que hoy llamamos arte hitita. De todas ellas, la más singular sin duda fue la arquitectura, disciplina en la que el pueblo hitita parece preludiar los principios erigidos por los mejores de los tratadistas clásicos. Pues si por un lado la arquitectura de Hatti significa la culminación de una larga experiencia que con su imperio alcanza la madurez, capaz de solucionar los más graves problemas arquitectónicos -como los planteados en la construcción del puente al pie de Büyükaya-, por otro se demuestra cómo una de las arquitecturas antiguas más constante y claramente afectada por la naturaleza a la que se adapta e imita, como en el santuario de Yazilikaya o la fortaleza de Yenicekale. Salvadas las distancias, la arquitectura hitita fue una disciplina en el sentido demandado siglos después por Vitruvio: una ciencia acompañada de otros muchos conocimientos y estudios adquiridos por la práctica y la teoría. Y desde luego, tal y como muchos siglos más tarde aún recordaría León Bautista Alberti para los antiguos clásicos, la naturaleza estuvo entre sus modelos.