Comentario
No hay mejor escaparate de la vida y la cultura griega que la cerámica. Basta con esto para comprender la importancia del tema y el interés de su estudio, que puede ser abordado desde diversas perspectivas sin que ninguna defraude, porque siempre aflora el genio en su faceta más pujante y atractiva. Se ha señalado en más de una ocasión, pero no está de más repetir, que detrás de un vaso griego, además de una forma airosa y de una decoración bellísima, hay una función específica. Hay vasos para el ritual del agua y para el ritual del vino -contenerlo, mezclarlo, escanciarlo, beberlo-; hay tarros para perfumes; hay cajas. Muestras tan variadas atestiguan el refinamiento alcanzado por la sociedad en la época arcaica, en especial por los sectores acomodados, que son la principal clientela.
Este aspecto de la cuestión, lejos de ser banal, pone de manifiesto la relación de la cerámica con las artes monumentales. No es una relación de igualdad, pues se trata de una producción más barata, más industrial y en grandes cantidades; pero son manufacturas muy apreciadas y solicitadas, conservadas durante largo tiempo, sobre todo, si su calidad va refrendada por artistas cotizados.