Época: Mausoleo
Inicio: Año 362 A. C.
Fin: Año 340 D.C.

Antecedente:
En torno al Mausoleo de Halicarnaso

(C) Miguel Angel Elvira



Comentario

Junto a Timoteo llegó a Caria un hombre más joven, escultor con inquietudes en el campo de la arquitectura: se trataba de Escopas, uno de los artistas más creativos que haya dado Grecia.
Nacido en Paros, lo que en parte explica su particular afición por la escultura en mármol, Escopas empezaría su carrera artística en Atenas en torno al 370 a. C., aún dentro de la tradición de los seguidores de Fidias. Sin embargo, tras algunas obras concebidas en esta dirección, pronto descubrirá sus verdaderos intereses, volviendo -como Praxíteles hacia la misma época con su Sátiro Escanciador- a las obras maestras de Policleto. En este sentido, su Heracles de Sición, sin duda el tipo que nosotros conocemos como Heracles Lansdowne, marca el verdadero punto de arranque de su trayectoria.

Este Heracles, cuya fama queda bien acreditada por las 36 copias enteras o fragmentarias llegadas hasta nosotros, es, por lo que a actitud y a estructura se refiere, una mera variante del Doríforo, aunque más asentada en tierra. Pero lo importante es la aparición de un tipo de cabeza que será ya la marca característica del maestro: redonda, con la cara recogida bajo una pesada frente, con los ojos profundos, capaces de expresar cansancio, drama o tensión, "páthos" en una palabra. Si el cuerpo se mantiene en las sendas tradicionales, es porque todo el interés de la estatua se dirige hacia la cabeza.

Esta obra, y algunas más, constituirían la aún escasa producción de Escopas cuando fue llamado a Halicarnaso. Su fama no podía ser mucha, pero sí lo bastante prometedora como para merecer una recepción digna. Al fin y al cabo, otros dos escultores que con él venían eran aún más jóvenes, y sólo críticos muy avezados podían augurarles una carrera de excepción.

Tal era el caso, por ejemplo, de Leócares, ateniense sin duda, que había comenzado a trabajar como retratista. Platón nos dice que reprodujo las facciones de Dionisio I de Siracusa (hacia 365 a. C.) (Epist., 13, p. 361), y sabemos que unos años después talló una estatua de Isócrates para Eleusis (Plutarco, Vita X orat., Isocr., 27); pero sólo nos queda una copia de la cabeza del orador, y es de tan escasa calidad que no permite aventurar nada sobre el original.

En cuanto al otro escultor, Briaxis, probablemente cario y por tanto súbdito de Mausolo, parece que había ido a formarse a Atenas, y es probable que aún se limitase a realizar encargos menores, como la base para sostener una columna y una ofrenda que se conserva en el Museo de Atenas. Si mencionamos aquí esta obrita, es sólo porque sobre ella nos ha llegado la firma del joven artista, y no por la triste calidad de sus relieves. Aparte de esta talla, sólo cabe la posibilidad de que hubiese ya realizado un grupo de Asclepio e Higía que Pausanias vio en Mégara (I, 40, 6).