Comentario
Si la fuerza motora de la Europa de la Edad de Bronce radicaba en la explotación de los recursos del metal, las regiones que se reúnen al Occidente del arco de los Cárpatos (Transilvania, curso medio del Danubio y Eslovaquia: regiones incluidas en las naciones de Rumania, antigua Yugoslavia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) gozaban de una posición geográfica privilegiada. Las culturas del período en este sector oriental de Centroeuropa han dado pruebas de una riqueza metalúrgica excepcional, pero netamente arraigada en la tradición. Su originalidad es perceptible tanto en las piezas destacadas de la metalistería y de la orfebrería como en los campos de la cerámica, del trabajo en hueso, de la coroplastia, etc.
Las culturas de los Cárpatos forman un intrincado y problemático capítulo de la Prehistoria de Europa, disperso en las interminables subdivisiones de los numerosos, y sin exactas concomitancias, grupos culturales. No obstante, y una vez más, la luz de la simplificación se abre paso en el terreno de las artes.
El nombre que más suena en las culturas del Bronce Antiguo en Eslovaquia es el de Otomani, un yacimiento sobre una isla del río Er en Rumania. Otomani es el apelativo genérico de una serie de comunidades asentadas tanto en el llano como en altura. Los más característicos y renombrados asentamientos otomani son promontorios de mediana o elevada altitud. Ahora bien, en la llanura húngara, el patrón de asentamiento no da cabida a la fortificación (modelo llamado de Füzesabony).
Las conclusiones a extraer sobre la naturaleza del poder en la cultura otomani, basadas en las implicaciones sociales de sus poblados amurallados, son, por tanto, sólo parciales, aunque de aplicación general. El esfuerzo constructivo realizado en la edificación de una muralla de lastras de piedras, con bastiones de defensa y rampa de acceso que salvaba un foso en el lugar de Spissky Stvrtok (Spisská Nová Ves), en Mysia Horka, en una de las regiones más atractivas de Eslovaquia, supone un esquema social encabezado por un regente responsable de la protección de la comunidad. Tal comunidad, en términos generales, pudo ser más igualitaria que en la zona de Sajonia. En los cementerios del Bronce Antiguo, en los Cárpatos, la incineración fue un rito adoptado mucho antes de que los cementerios de urnas iniciaran su andadura por Centroeuropa.
La cultura otomani ha dejado huellas de edificios de carácter religioso. El más señalado de los conocidos fue descubierto en un yacimiento arqueológico muy cerca del propio lugar de Otomani. Su nombre es Salacea (Marghita, Crisana, Rumania), un sitio, como aquél, fortificado. El llamado templo de Salacea fue reconocido por sus peculiares características arquitectónicas (porche y dos ambientes contiguos), lo que inmediatamente sugirió la idea del mégaron micénico, pero fundamentalmente por reunir tres plataformas de arcilla, que se supusieron altares y haberse recuperado de su interior material sacro (figuritas, morillos de cerámica, modelos de carros y de ruedas, la miniatura de un barco, cuchillos curvos de piedra, vasos de culto, etc.). La atribución a la cultura otomani venía garantizada por mostrar la cerámica un característico estilo otomani.
Esta última observación nos pone sobre aviso acerca de las improntas definitivas de las culturas del Bronce Final en Rumania. Tales marcas definitorias de las culturas están grabadas en sus vasos cerámicos. Los ceramistas se constituyen, pues, en los artesanos locales de mayor repercusión histórica. Estos se expresaron a través del ingente material cerámico que se ha podido exhumar en los más de ochenta y siete sitios de la cultura reconocidos en la vertiente noroccidental de los Cárpatos; gustaron de las espirales entrelazadas y de las acanaladuras.
Tales motivos adquirieron valores plásticos. Las acanaladuras se ajustan a ribetes muy perfilados y las espirales se distienden hasta formar bullones más o menos acentuados en su centro.
Uno de los conjuntos cerámicos otomani más expresivo del estilo procede de un yacimiento de Eslovaquia: Barca (Kosice), sobrepasada la frontera de Hungría con Checoslovaquia. La cerámica de Barca es, en los ejemplares más elaborados, una cerámica de calidad, cuya función pudo ser ritual, religiosa o funeraria. De hecho, parte de este material de Barca corresponde a las urnas del cementerio de incineración próximo al asentamiento.
Trasladándonos a la región suroriental de Transilvania, Rumania brinda una cultura más, especialmente distinta por su peculiarísima cerámica. Es ésta la cerámica de Cirna, en la zona de Banat, con concomitancias con un grupo yugoslavo (Dubovac-Zuto Brdo). Cirna corresponde a una necrópolis rumana de incineración, al sur del lago Cirna, no lejos de la cuenca del Danubio, junto a las Puertas de Hierro. Los vasos funerarios de este grupo, cuencos de gran apertura y borde decorativo, poseen una decoración de trazado geométrico, caligráfico y fitornorfo. Los motivos básicos son la espiral, las guirnaldas, los arcos, los puntos, las floráceas, etc. Tal repertorio decorativo, efectuado con la técnica de la incisión o de la estampación, se engrana y desenvuelve en imágenes repletas de líneas móviles, en cuadros que recuerdan, según símil de N. K. Sandars, a emblemas. Los emblemas, sin embargo, son únicos en cada ejemplar; se adaptan a multitud de combinaciones y se convierten, en definitiva, en un estilo de pasamanería o de bordado.
Por último, en la serie de los estilos decorativos de Transilvania durante la Edad Antigua de Bronce, otro nombre del yacimiento pionero en la identificación de una clase de cerámica suena con insistencia. Este nombre corresponde al del lugar de Wietenberg, una altura (la colina de tos turcos) al noroeste de Brasov, en el valle de Tirnava Mare. Wietenberg es famoso por un estilo decorativo de su cerámica basado en grupos de acanaladuras paralelas que forman distintos temas geométricos, entre los que destacan el meandro y la espiral. No obstante, su contribución a la Historia del Arte está ligada a una construcción religiosa, un altar de mortero (o una mesa de ofrendas) colocado en el centro del poblado. Por su exterior corren bandas de espirales enlazadas; por el interior, zig-zags enlazados con la técnica de escisión, lo que contribuye al aspecto de relieve del estilo Wietenberg.
Otomani, Cima y Wietenberg, tres modalidades de decoración cerámica aplicadas a las vasijas de uso cotidiano, pero que tomaron cuerpo como modos de expresión artística de las comunidades de Transilvania. El esmero de la ornamentación es evidente, en especial, en las piezas de significación ritual, funeraria o religiosa.