Época: Grecia Arcaica
Inicio: Año 700 A. C.
Fin: Año 500 D.C.

Antecedente:
La propiedad de la tierra



Comentario

Toda esta realidad militar apoyada en realidades económicas y creadora de aspiraciones políticas, forma una nueva mentalidad dominante en la colectividad, caracterizada por una idea de la comunidad como heredera del mundo heroico. Ahora es la polis la que actuó en su propia defensa, lo que permite que cada soldado sea heredero de los héroes, como en los poemas en que Tirteo exhorta al ejército espartano a la guerra mesenia, donde cada uno, al luchar dentro de la formación hoplítica, puede identificarse con el héroe legendario de la primera guerra mesenia. Sin embargo, la afirmación de la conciencia hoplítica, al basarse en la tradición heroica, posibilita asimismo que se preserven los valores heroicos, en los que en definitiva los verdaderos protagonistas eran los aristócratas, que podían atribuirse la condición de descendientes suyos. La oligarquía hoplítica, que basa sus privilegios en la existencia de nuevas clases dependientes, afirma su superioridad en formas ideológicas que repercuten en la conservación de los privilegios, que así perduran a lo largo de toda la historia de la ciudad arcaica.
También la estructura topográfica de la ciudad revela la nueva mentalidad, pues los santuarios extraurbanos se configuran como símbolos de los límites del territorio colectivo, consagrados a las divinidades que patrocinan la kourotrophia, la educación de los jóvenes para el combate hoplítico, en festivales donde compiten al estilo de los héroes, hasta el punto de que, en los juegos panhelénicos, llegaron a imponerse pruebas propias del hoplita, paralelas a las del luchador singular y a las del jinete o conductor de carros. Los jóvenes se integran a través de la efebía, para pasar a formar parte del ejército donde, en ocasiones, perviven las divisiones basadas en las clases de edad, pervivencia transformada desde las prácticas tribales, adecuadas a las nuevas necesidades. La mentalidad hoplítica se define así como heredera de la tradición gentilicia, teñida de valores aristocráticos, adaptados a la nueva realidad, a la que proporciona una nueva coherencia al darle fundamento en las tradiciones ancestrales. Éstas proporcionan a la novedad espiritual su aspecto más tradicional y los elementos para convertirse en ideología conservadora, de los propios privilegios y de las clases aristocráticas.