Época: ParacasTiahuanaco
Inicio: Año 50 A. C.
Fin: Año 300

Antecedente:
De Paracas a Tiahuanaco
Siguientes:
Tiahuanaco

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

Las manifestaciones artísticas de Paracas, Nazca y Moche no agotan el repertorio artístico de los estilos regionales peruanos aunque sí sean las más conocidas. En la sierra, aunque con una cierta expansión costeña, debe mencionarse Recuay como uno de los pocos estilos peruanos que presentó un cierto desarrollo de la escultura en piedra. De orígenes y cronología poco claros, en torno a los comienzos de la Era Cristiana o siglo III, y centrándose más o menos en el Callejón de Huaylas y el valle del río Santa, se conoce poco de las construcciones habitacionales o incluso ceremoniales de esta cultura. Son abundantes las tumbas, de gran variedad, cámaras forradas de piedra o simples excavaciones, saqueadas en su totalidad.
La particularidad más distintiva de la cerámica Recuay, conocida sobre todo en museos y colecciones privadas, es su decoración, con pintura negativa, o pintura positiva roja sobre blanco, o negra, blanca y roja, con diseños de carácter geométrico y también zoomorfos. Es normal la combinación de ambas técnicas en un mismo vaso. Hay un fuerte énfasis en las formas modeladas o cerámica escultórica, pero muy lejanas de la plasticidad y expresividad del estilo Moche. Hombres, felinos y animales aparecen representados de un modo estilizado y en actitudes muy rígidas, hasta el punto de que parecen simples soportes para la decoración pintada.

Las formas de la escultura en piedra son también rígidas, rudimentarias y esquemáticas, muy alejadas del refinamiento Chavín, aunque prácticamente exista una coincidencia en la zona de desarrollo de ambos estilos. El estilo denominado Aija representa guerreros y mujeres, en torno a un metro de altura. Su forma general es más o menos prismática, con una cabeza desproporcionadamente grande. Los guerreros llevan un tocado en forma de turbante decorado con motivos felinos, orejeras y una cabeza trofeo en la espalda y a veces otra en la mano. En la derecha suelen llevar una porra y en la otra mano un escudo, adornado con líneas entrecruzadas o motivos zoomorfos. La postura suele ser sentada, con las piernas cruzadas y los pies replegados, por lo que se ha sugerido que representan momias, objetos de culto que originalmente se colocarían al aire libre. Estas esculturas se han encontrado aisladas, nunca relacionadas con estructuras arquitectónicas.

Otros estilos como el Huaraz son más simples, de forma general ovoide y de rasgos muy esquemáticos, o el Huantar, figuras en relieve hechas a partir de una laja de piedra.

El tema de la guerra y tal vez la práctica de la caza de cabezas con fines sacrificiales parecen centrales en el arte de Recuay. Este énfasis parece apuntarse aún más con el descubrimiento del sitio de Pashash, centro religioso y poblado fortificado protegido por una doble muralla, así como enterramientos de gran magnificencia. Una vez más la belicosidad aparece con un papel protagonista en esta época que venimos analizando.