Época: II Guerra Mundial
Inicio: Año 1940
Fin: Año 1940

Antecedente:
Inglaterra entra en la contienda

(C) Isabel Cervera



Comentario

Durante la campaña de Noruega, la Kriegmarine había sufrido los ataques de la Royal Navy y de la RAF y sus almirantes estaban convencidos de que era imposible iniciar la Operación León Marino sin contar con superioridad aérea.
La flamante Luftwaffe de Goering, que parecía muy superior a la RAF, puso en marcha un plan de ataque a Gran Bretaña que preveía, en primer lugar, aplastar a la aviación inglesa y, seguidamente, atacar los puertos y el sistema de comunicaciones durante dos semanas, al cabo de las cuales se evaluarían los daños para decidir el futuro de León Marino.

La Luftwaffe preparó tres flotas aéreas. La II Luftflotten (Kesselring), con cuartel general en Bruselas y la III Luftflotten (Sperrle) con cuartel general en París, sumaban unos 2.000 aviones y actuaban independientemente una de la otra. La V Luftflotten (Stumff), situada en Noruega y Dinamarca, era mucho menor y sólo actuó el 15 de agosto, con excesivas bajas.

La batalla aérea comenzó el 28 de mayo, enfrentándose sobre Inglaterra los primeros Dornier-17 y Spitfire. Los combates diarios se encarnizaron a principios de agosto, por la voluntad alemana de destruir a la RAF en el aire. Casi 1.000 cazas, la tercera parte de ellos bimotores Messerschmitt-110 y el resto monomotores Messerschmitt-109, todos armados con cañones de 20 mm, se enfrentaron a 1.700 cañones antiaéreos y 900 cazas Hurricane y Spitfire, armados con ametralladoras. Los aparatos británicos eran más lentos pero más maniobreros, los Messerschmitt-109 no obtuvieron el rendimiento previsto y, como los cazas alemanes no contaban con radios bastante potentes, se vieron obligados a combatir aislados de sus servicios en tierra, que no pudieron informarles ni dirigirles.

En la batalla de Francia, la RAF había perdido 400 cazas, pero Gran Bretaña desarrolló un enorme esfuerzo industrial ya que fabricó 9.924 aviones en 1940, mientras que Alemania construyó 8.070. La mayor escasez británica fue de pilotos a causa del lento sistema de formación de sus escuelas; los alemanes trabajaban a mayor ritmo pero las grandes pérdidas en bombarderos les obligaron a transferir muchos pilotos de caza. Sus pérdidas se agravaron por el desgaste que les imponía su régimen de servicio; el ritmo impuesto por Göring impidió los descansos regulares y aumentó su fatiga, agravada por la práctica de dos, tres, y hasta cinco salidas diarias.

El mayor éxito británico fue su servicio de alarma y control, basado en el radar, cuyas veinte estaciones costeras detectaban a los alemanes mucho antes de llegar a la isla, comunicándolo a un sistema de alerta centralizado, que conocía cualquier incursión alemana y la encargaba al mando táctico local más adecuado. Antes de la guerra, los espías alemanes habrían podido conocer la estación experimental de radar de Bawdsey y, en mayo de 1940, un radar móvil inglés fue capturado en la playa de Boulogne. Sin embargo, el mando alemán no sacó conclusiones ni siquiera al comprobar que los cazas británicos siempre interceptaban con grandes márgenes de tiempo. Cuando se ordenó bombardear los radares, la Luftwaffe había perdido un enorme número de aparatos.

Los alemanes denominaron Adlertag (El día del águila) el 13 de agosto de 1940, previsto por el mariscal Goering, jefe de la Luftwaffe, para la gran ofensiva aérea destinada a aniquilar la RAF. Aunque el tiempo era malo, los alemanes desencadenaron el ataque. La defensa antiaérea inglesa combinaba ristras de globos alargados como salchichas, ligados por cables de acero, y numerosos cañones antiaéreos. Los bombarderos alemanes estaban débilmente armados y llegaron acompañados por cazas; los globos les obligaron a cruzar por pasos difíciles, donde los acosaron los cazas ingleses que gozaban de tiempo suficiente y entraban en combate al poco tiempo de vuelo, mientras los alemanes llegaban desde bases lejanas y el Messerschmitt-110 se revelaba inadecuado como caza de apoyo. Los bombardeos alemanes afectaron seriamente alguna estación de radar y aeródromos avanzados.

Sin embargo, no atacaron las salas de operaciones, servidas por la WAAF (Fuerza Aérea Auxiliar Femenina), que carecían de blindaje y cuya destrucción habría colapsado el sistema de alerta y control. El ataque masivo, dirigido contra las instalaciones y aviones de la RAF, se retrasó hasta la tarde a causa de la niebla, la Luftwaffe realizó casi 1.500 salidas que no produjeron los resultados previstos. En el sur de la isla, los bombarderos causaron serios daños, pero la falta de coordinación entre las dos Luftflotten favoreció a los británicos, cuyos cazas actuaron sólo donde eran necesarios, ahorrándose vuelos inútiles. Los alemanes, en lo más duro de la batalla, debieron dejar a la mitad de sus bombarderos en tierra por falta de cazas para la protección. La batalla operativa se prolongó hasta el 19, cuando el mal tiempo obligó a una tregua. En aquella ocasión el esfuerzo de los pilotos ingleses inspiró la célebre frase de Churchill: "Nunca en el campo de los conflictos humanos tantos debieron tanto a tan pocos".

A finales de septiembre, la Luftwaffe reanudó los grandes ataques. Sus bombarderos habían aprendido a luchar contra el radar, volaban mejor orientados y llegaban más fácilmente al objetivo. Los aeródromos británicos avanzados sufrieron daños muy serios y las instalaciones de la RAF cercanas a Londres, fueron bombardeadas a conciencia. La batalla tomó un nuevo sesgo: los cazas alemanes llegaban durante el día y los bombarderos por la noche. Durante la del 24 de agosto, un grupo de aviones alemanes se extravió y, en lugar de bombardear instalaciones militares, lanzó su carga sobre el crucero de Londres. Nadie creyó que fuera un error y, la noche siguiente, 80 bombarderos británicos atacaron Berlín.

En agosto, los alemanes habían adelantado los aeródromos de sus cazas hasta muy cerca de la costa a fin de reducir el tiempo de vuelo hasta Inglaterra. El procedimiento tuvo éxito: con sólo 177 bajas propias, la Luftwaffe derribó 338 cazas de la RAF, que había perdido la cuarta parte de sus tripulaciones y estaba al borde del colapso. En septiembre, un cambio de táctica la salvó. La Luftwaffe, sin dejar de atacar los aparatos e instalaciones comenzó a atacar las fábricas de aviación. Gracias a ello, las tripulaciones de caza inglesas estuvieron menos acosadas y comenzaron a ganar la batalla de desgaste; al cabo de dos meses, la Luftwaffe había perdido 800 aparatos y difícilmente podría sostener su increíble ritmo de salidas diarias. Entonces optó por el bombardeo sistemático de las ciudades.