Época: Arte Otoniano
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
La consolidación de la imaginería cristiana

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

El Hildesheim de Bernward se convirtió en uno de los centros creadores más importantes de la plástica otoniana. Hemos referenciado su aportación a la arquitectura, orfebrería y estatuaria, a las que debemos añadir los bronces monumentales que adoraron la gran basílica de San Miguel: las puertas y una columna triunfal.Las puertas fueron trasladadas por Godehard, sucesor de Bernward, a la catedral. Formadas por dos grandes hojas, de 4,72 metros de altura, se fundieron cada una en una sola pieza, en 1015, según reza en una inscripción. Sus autores realizan con esta fundición el empeño más grande conocido desde la Antigüedad, en cuyas técnicas se inspiran.Cada una de las hojas se divide en ocho registros rectangulares. En una, se narran ocho escenas del Génesis, desde la creación al fratricidio de Abel; en la otra, un número similar de escenas corresponde a un ciclo cristológico en paralelo con los tipos veterotestamentarios anteriores. Sentido narrativo y fórmulas iconográficas dependen de modelos inspirados en las viejas biblias de Tours, incluso a través de ilustraciones del "Codex Egberti". Jantzen las ha calificado de miniaturas fundidas en bronce. Resulta muy curioso el arte de resaltar la parte superior del cuerpo de las figuras, consiguiendo así unas formas que adquieren una plástica muy afín a las experiencias de la imaginería coetánea.En la misma fundición de las puertas, pero por artistas diferentes, se creó la Columna de Bernward, hacia el 1020. Es obra de una pieza, de 3,79 metros y un diámetro de 0,38. Resulta fácil señalar sus precedentes formales en las viejas columnas triunfales de los emperadores Trajano y Marco Aurelio. Subyace en esta creación la vieja ideología imperial que había contribuido a la formación de tantos aspectos de la iconografía cristiana. La historia victoriosa que se narra aquí corresponde a un ciclo cristológico de veintiocho escenas representadas a lo largo de una banda, de 45 centímetros de altura, que se extiende en espiral sobre el fuste. Es obra menos delicada que las puertas, tanto en el arte con que están plasmadas las figuras como en el contenido iconológico, aunque no se puede considerar, como se ha hecho, un arte popular y tosco.