Época: Imperio Germánico
Inicio: Año 1066
Fin: Año 1150

Antecedente:
El arte románico en el Imperio Germánico

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

Los estudios de la pintura del Imperio han trazado un estrecho parentesco entre las principales creaciones de la pintura al fresco y el arte de la ilustración libraria. Las tendencias más significativas, que definen los momentos cruciales del devenir pictórico, parecen responder al impulso de centros creadores que imponen sus criterios estéticos en ambas disciplinas.
Los talleres de iluminadores de Salzburgo, formados en la tradición otoniana, iniciarán un cambio hacia unas formas que podríamos considerar románicas bajo la influencia de la plástica bizantina, seguramente siguiendo modelos próximos a los mosaicos de San Marcos de Venecia. El protagonismo de esta renovación corresponde a un iluminador conocido como custos Berthold, quien, a mediados del XI, compone un evangeliario para San Pedro de Salzburgo. En la decoración mural de la tribuna de la iglesia de Lambach se conservan fragmentos que se refieren a escenas de las historias de los magos. Son obra de un taller salzburgués de hacia 1089, imbuido del estilo de rasgos bizantinizantes de Berthold, aunque con una factura arcaizante.

El influjo de la pintura véneta se muestra más acusadamente en las ilustraciones de la Biblia Walter y en la gigante de Admont. Estas lujosísimas obras dejan sentir su influencia en las decoraciones murales de Friesach y Pürgg.

La gran renovación vendrá de los pintores que habitan en Ratisbona. Coincidiendo en parte con la estética bizantina implantada en Salzburgo, su compleja iconografía, llena de planteamientos de gran hondura intelectualizada, denota una influencia cluniacense, con lo que esto significa para facilitar los contactos con el arte del románico occidental y la introducción de sus formas.

Aunque la iglesia de Prüfening ha sido excesivamente restaurada, todavía podemos hacernos una idea de su iconografía. La cúpula del crucero estaba presidida por una imagen de la Virgen entronizada entre las figuras del tetramorfos. Se trata de la idea cluniacense de la Virgen-Iglesia reinando por la eternidad de los siglos. Una estricta frontalidad y un absoluto hieratismo, de origen bizantino, se aprecian en el Pantocrator de la cúpula de la capilla dedicada a Todos los Santos en la catedral de Ratisbona. De los libros ilustrados en Ratisbona destacan los realizados en el tercer cuarto del XII, con sus característicos dibujos a la tinta.

En el corazón de la antigua Lotaringia se desarrollará una riquísima miniatura que tiene su paralelo en la extraordinaria calidad de las obras metálicas. En la abadía de Stavelot, en 1097, los monjes Goderannus y Ernesto escriben e iluminan una Biblia excepcional. Sus miniaturas, debidas a un amplio taller, muestran un gran enraizamiento en la tradición otoniana tal como podemos observar en la imagen del Cristo en majestad que preside, como ilustración a toda página, el inicio del Nuevo Testamento. Para el monasterio premostratense de Floreffe se compuso una Biblia hacia 1160. Posee un estilo de caracterización muy lineal, dotando a sus figuras de unas calidades metálicas que nos hacen recordar los modelos mosanos realizados en esta materia. De la complejidad de su iconografía nos da idea la gran ilustración que funde en una sola composición el tema de la transfiguración y de la última cena, su comprensión sería problemática si no fuese por los numerosos letreros explicativos.