Comentario
En Hosios Lukas el recinto no adopta, como era habitual, el plan de un cuadro perfecto sino más bien el de un pentágono irregular debido a las condiciones topográficas del terreno, en el que la longitud del lado mayor era de 83 metros -el norte-, el oeste medía 46,50 metros, el oriental 35,50 metros y la suma de los dos lados sur 70,50 metros.
Hoy en día muy pocos fragmentos subsisten de las antiguas celdas; se trata, sobre todo, de las piezas abovedadas a nivel del piso bajo de los lados oeste y norte, sobre las que se elevaron en diferentes épocas construcciones de dos y tres pisos. En el monte Athos se ven largas balconadas cerradas y salientes, sostenidas por grandes ménsulas de madera, características de las viviendas turcas y, de vez en cuando, despunta por encima del tejado una cupulilla, señalando que debajo hay una capilla para las devociones particularmente de los monjes.
En el lado nordeste de la muralla de Hosios Lukas se encuentra la entrada principal del monasterio, hoy fuera de uso. Al este de la entrada se ubicaba una construcción secundaria el vordonareion, edificio largo, de eje longitudinal y usado como cuadra. En el lado opuesto, es decir al oeste de la entrada principal, se ubicaba el photonama, sala cubierta de arcadas y bóvedas sostenidas por cuatro columnas monolíticas. Allí acudían los monjes a calentarse en lo peor del invierno.
A siete metros al sur del katholikon y de la misma época puede verse el refectorio del monasterio -27,10 x 10,50 metros- destruido en 1943 por un bombardeo. Constaba de dos pisos, aunque el comedor al que los monjes acudían cotidianamente, se situaba en el piso superior mientras que el inferior era usado como bodega, despensa e incluso taller. Los ejemplos conservados, revelan una cierta variedad en este tipo de construcciones; en Chilandari -monte Athos- consta de un recinto rectangular con dos ábsides y dos entradas, mientras que en el caso de Dionysiu -monte Athos-, más tardío, tiene forma de T irregular y una mesa larga acentúa el eje central. En otras ocasiones -Gran Laura del monte Athos-, las mesas se cobijan bajo nichos semicirculares abiertos en los costados de la sala.
Volviendo a Hosios Lukas, entre el katholikon y el refectorio subsiste una cisterna subterránea empleada como depósito de agua: una fila de columnas sobre un eje longitudinal y seis arcos transversales, la dividen en ocho compartimentos cuadrados abovedados. Evoca la fuente sagrada o reserva de agua -Fiali- bendecida solemnemente en Epifanía y cubierta por un pequeño pabellón circular, formado por una cupulita sostenido por delgadas columnas.
En medio del patio central, se elevan majestuosamente las dos iglesias del monasterio, la situada a la izquierda, dedicada a la Virgen y la otra, a San Lucas, que es también la iglesia conventual propiamente dicha. La construcción de la primera, iniciada el año 946 viviendo San Lucas y gracias a la munificiencia del general Cresites, al adoptar la planta de cruz griega inscrita, revela la modernidad de las propuestas arquitectónicas allí desarrolladas. Por razones de piedad y de respeto a la memoria del fundador del monasterio y también por razones prácticas -la necesidad de crear espacios para el movimiento de los numerosos peregrinos que pasaban la noche allí- se construyó el segundo de los templos, consagrado alrededor de 1011; este último, puede considerarse hoy como uno de los ejemplos más bellos de la planta de octógono cruciforme. Su amplitud y riqueza decorativa han hecho pensar que la obra no hubiera sido posible sin la poderosa colaboración económica imperial; por esta razón, la tradición, bien que sin ningún fundamento, ha puesto en relación las tumbas de la cripta con Romano II y su esposa.
El núcleo de la planta lo forman un cuadrado con octógono inscrito, cubierto por una enorme cúpula de nueve metros de diámetro y 5,25 metros de alto, ausente de apoyos interiores y bordeada en todos sus lados por espacios subsidiarios con bóvedas de aristas que soportan una galería. Tales espacios no pueden ser considerados como naves laterales, puesto que quedan interrumpidos por gruesos muros transversales que hacen el papel de contrafuertes. El efecto espacial del conjunto, por su complejo juego de elementos altos y bajos, del núcleo y los espacios subordinados, de zonas claras, medias luces y zonas oscuras, sorprende en extremo.
Perspectivas inesperadas del centro de la naos se abren al visitante que entra o sale de los habitáculos de las fragmentadas tribunas y espacios laterales; la luz juega con las imágenes de la cúpula, las trompas de los ángulos, el ábside y las bóvedas de los brazos de la cruz; resbala sobre el mármol que reviste las paredes, las pilastras y las enjutas en refinadas composiciones de placas de color gris claro y oscuro, púrpura y oliva. Las placas están enmarcadas por cenefas de billetes y separadas del piso de las galerías por un friso de hojas enhiestas, blancas sobre un fondo negro azulado y de un dibujo de notable libertad. Toda pesadez se ha difuminado -Krautheimer- para dar paso a la elegancia, mientras que la iluminación se ha vuelto sumamente matizada.
El exterior: un cubo, rematado por un bajo cimborrio octogonal y la curva de una cúpula aplanada, presenta un diseño tan sencillo como atractivo. Simples ventanas perforan el cimborrio, ventanas dobles y triples calan los costados. Un alto vano tríforo se abre en los extremos, subdividido en la parte baja por columnillas y coronado por una triple ventana de hombreras. Arcos apoyados en anchas semicolumnas anclan las ventanas al muro.
El ladrillo se usa en las jambas y tímpanos de las ventanas y se extiende entre los sillares del zócalo. Únicamente en la parte superior de los muros, hay un verdadero cloisonné, aunque, a menudo, enmarcado por verdugadas dobles de ladrillo, en vez de sencillas.
La forma del templo, la composición armoniosa de toda la masa y la ejecución artística, incluso en los más mínimos detalles, confieren a esta iglesia una ligereza y una gracia que la convierten en el modelo arquitectónico más perfecto de un conjunto entre los que pueden citarse, la Panagia Licodemo de Atenas, la mayor de las iglesias medievales atenienses y en la que una inscripción funeraria recuerda la muerte de su fundador en 1044; la iglesia episcopal de Christianu en Trifilia -Peloponeso-, del año 1086; el famoso monasterio de Dafni, de fines del siglo XI y cerca de la antigua Eleusis o la de los santos Teodoros de Mistra, de época mucho más avanzada.