Comentario
Entre 600-900 ó 1000 d. C., el área peruana contemplará un fenómeno de unificación cultural que se ha denominado Horizonte Medio o también imperio Huari, ya que por el momento parece ser la ciudad de Huari, en la región de Ayacucho, el motor de los cambios profundos que llevaron a tal unificación. El arte y particularmente la cerámica serán una muestra clara de la expansión de una cultura que impondrá una iconografía particular e incluso unas técnicas desconocidas hasta ese momento.
La cerámica polícroma se extenderá incluso a regiones desprovistas de las materias primas necesarias para su fabricación; aparecerán objetos fabricados con turquesa y lapislázuli y también finos tejidos policromados y en todo ello las representaciones de divinidades concretas o seres mitológicos.
Las ruinas de Huari se encuentran a unos 25 km al norte de la actual ciudad de Ayacucho. Es un extenso centro urbano constituido por conjuntos de recintos rectangulares formados por muros altos y gruesos de piedras sin trabajar, circunvalados por otros muros de centenares de metros de longitud y de 6 a 12 m de altura que delimitan áreas, a manera de barrios. Las casas son rectangulares, tienen cuartos interiores y se encuentran también calles, plazas, terrazas empedradas, canales subterráneos y posibles reservorios de agua, recintos ceremoniales y un cementerio con entierros correspondientes a diversos períodos.
Huari posee una escultura en piedra, relacionada estilísticamente con la de Tiahuanaco, pero con rasgos peculiares. Aunque tienen la misma tendencia geometrizante, de decoración con relieve en torno a un bloque, carecen de decoración sobreañadida y tienden a un cierto realismo. Es corriente la representación de individuos ricamente ataviados en los que destaca un tocado trapezoidal con cuatro picos o un sombrero de plumas.
La cerámica Huari, polícroma y técnicamente muy elaborada, tiene siempre una cierta unidad estilística a pesar de las variantes regionales y de los estilos locales que se cuentan entre dichas variantes. Es precisamente la cerámica la que ha permitido el establecimiento de una cronología precisa para Huari, dividida en tres fases y cada una en estilos diferentes, aún dentro de la unidad mencionada.
La fase más antigua muestra una fuerte influencia de Tiahuanaco, entremezclada también con Nazca, el origen probable de la brillante policromía, hasta el punto de que antes se hablaba de un estilo Tiahuanaco Costero. Esta influencia se manifiesta también en la iconografía, siendo motivo de representación común el personaje central de la Puerta del Sol de Tiahuanaco, motivo iconográfico en el que se refleja muy bien una de las características dominantes del estilo Huari, la tendencia a la geometrización y a la simplificación de las formas. De esta manera, la conocida figura de las varas acabará reducida a una cara rectangular de la que saldrán a modo de rayos, o las representaciones de aves, felinos o camélidos, geométricos pero reconocibles en un principio, terminarán en dos o tres elementos repetidos de manera esquemática en lo que se ha llamado Huari epigonal o final del estilo.
Huari representó un impulso considerable para el desarrollo del urbanismo en el Perú, propiciando la conversión de centros religiosos en seculares, obras hidráulicas para aprovechar al máximo los terrenos de cultivo y obras de defensa que reflejan el carácter militarista de la época. La expansión Huari se realizó en muchas regiones por la fuerza de las armas, pero con tal éxito que en los siglos VIII y IX habían desaparecido por completo las antiguas culturas regionales.
Huari significó también la consolidación de las clases dirigentes y de la especialización artística, procesos todos que veremos perfectamente establecidos en el período tardío. El desarrollo de la joyería, destinada a la clase dirigente, fue muy notable, utilizándose oro, plata, turquesas, concha, hueso y otros materiales, trabajados siempre con gran delicadeza. El arte del tejido experimenta también un auge considerable de la mano de los artistas Huari utilizando en su iconografía elementos al parecer de carácter religioso, como los de los ángeles guardianes que rodean la figura central de la Puerta del Sol de Tiahuanaco.