Comentario
De todos modos, la época de Cambises, que, por una parte, representa un período expansivo, es también, por otra, un período de convulsiones internas, posiblemente porque los nuevos contactos con pueblos que sostienen relaciones de cambio y tienen acceso a las mercancías que se mueven por todo el Mediterráneo pudieron afectar a las estructuras internas de poder y crear reacciones positivas y negativas. En el episodio que llevó a la revuelta contra Cambises están implicadas las relaciones familiares de la dinastía reinante, pues el usurpador, según Heródoto, trataba de presentarse como Esmerdis, hermano de Cambises, a quien éste había mandado eliminar. El usurpador era, por otro lado, un mago, de la casta sacerdotal de los medos, en lo que puede haber implicaciones, tanto de carácter territorial y étnico, signo de supervivencia de la primitiva rivalidad entre medos y persas, no superada, como otras que afectaron directamente a la forma de poder y a la capacidad de influencia de la casta sacerdotal, en un tipo de enfrentamiento, frecuente en el Próximo Oriente, entre el poder regio y los sacerdotes, que constituyen en otras ocasiones las dos caras del ejercicio del control por las armas y la ideología, tendentes a la colaboración y las alianzas. Los magos suprimieron el tributo y el reclutamiento y destruyeron lugares de culto, señal de que, de alguna manera, representaban fuerzas insatisfechas con las tendencias dominantes en el imperio, cuyas conquistas afirman el sistema tributario y fortalecen los signos del poder divino, modo de consolidar a su vez ese poder conquistador. Parecería, sin embargo, que esta mecánica tendiera a crear rechazos en sectores no bien determinados. La inscripción de Behistún se refiere a revueltas coincidentes con la usurpación en distintos lugares del imperio, lo que lleva a pensar que la rebelión de Esmerdis pudo tener su fundamento en un movimiento centrifugo.
La revuelta tuvo, sin embargo, un éxito efímero, pues la configuración imperial y el expansionismo habían dado la fuerza suficiente al rey y a la nobleza colaboradora para que, manejando los hijos del sistema organizativo, la aristocracia pudiera restablecer la unidad y acabar con la rebelión. Heródoto habla de siete nobles persas como los protagonistas de la acción restauradora. Uno de ellos, Darío, se vinculaba genealógicamente a la familia de los Aqueménidas y, en las inscripciones citadas, se atribuye el mérito principal en el aplastamiento de todas las acciones que resonaran a lo largo del territorio imperial.
Según Heródoto, tras la victoria, los nobles persas se planteaban el problema de cuál pudiera ser el régimen adecuado para la nueva situación creada y participan tres en el debate, a favor de la democracia, de la oligarquía y de la monarquía. A pesar de que el debate contiene todas las características para considerarlo dentro de un género propio de la Grecia o, mas bien, de la Atenas de la época, puede resultar igualmente significativo de la situación persa misma, que se debate entre las formas de organizar políticamente un imperio en crecimiento, dentro del que surgen problemas como resultado de la integración de realidades sociales y económicas tan sumamente diferentes entre sí.