Comentario
Vistos los problemas de aprovisionamiento a que debía hacer frente, Rommel pensó que su mejor opción era lograr un desarrollo rápido de la batalla, haciendo de la movilidad su mejor arma. Por el contrario, la mayor capacidad británica para el envío de abastecimientos hacía que Auchinleck no temiera una guerra de posiciones y desgaste. Así, a partir de finales de julio de 1942, los británicos tomaron como objetivos los puertos de Tobruk, Bardia y Marsa Matruh, lo que provocó que los refuerzos de Rommel debieran recorrer nada menos que 1.000 kilómetros, desde Benghazi, para llegar a la línea de frente en El Alemein. En consecuencia, sus fuerzas se hallaban profundamente debilitadas, careciendo de un número suficiente de tanques, municiones, transportes, combustible y alimentos. Retroceder tampoco era posible, por cuanto no disponía de camiones para el transporte que permitieran establecer posiciones defensivas. La alternativa era, pues, como había hecho con anterioridad, sorprender al enemigo con un ataque inesperado y antes de que éste pudiera recibir refuerzos.
El ataque fue proyectado conjuntamente con el Mando italiano, encargado de aportar los suministros, y con Kesselring, quienes prometieron la entrega de gasolina en cantidad suficiente para finales de agosto o los primeros días de septiembre.
Por su parte, los británicos, una vez reemplazado en el Mando Auchinleck por Alexander y Montgomery, decidieron, siguiendo un plan de aquél, mantener las posiciones establecidas entre la costa y la zona montañosa de Ruweisat, al tiempo que sembraban de minas la zona sur hasta la meseta de Hunter y protegían las colinas de Alam Halfa, pues si se producía una ruptura del frente por el norte o por el sur tendrían una posición defensiva privilegiada.
Las fuerzas británicas estaban correctamente posicionadas. La zona al norte de las colinas de Ruweisat quedaba a cargo del Cuerpo de Ejército XXX, que contaba con la 9ª División australiana, la 1ª sudafricana, la 5ª india y la 23 Brigada Acorazada. Por el área sur, el XIII Cuerpo de Ejército lo integraban la 2ª División neozelandesa y la 7ª blindada. Dos divisiones acorazadas, las 8ª y la 10, estaban en reserva, así como la 44 y la 51 de infantería y la 1ª acorazada y la 50 de infantería. A petición de Montgomery, la 44 y la 10 se dispusieron para ser usadas como fuerza de ataque móvil, situando a la primera en la posición de Alam Halfa y la segunda en su lado occidental.
Por su parte, Rommel dispuso por el norte a la 164 División de infantería, acompañada por las divisiones Trento y Bologna del XXI Cuerpo de Ejército italiano, la brigada paracaidista Ramcke y la División Brescia, del X Cuerpo italiano, todas establecidas sobre la línea de frente para contener al enemigo. El ataque lo dirigiría el Afrika Korps, integrado por las 15 y 21 División Panzer, la 90 ligera y el XX Cuerpo móvil italiano, que integraba las Divisiones Trieste y Littorio y Ariete, estas blindadas. En reserva quedaban las divisiones italianas Pavía, Folgore y Pistola, establecidas en Marsa Matruh y Bardia.
Rommel planeó realizar una maniobra de distracción sobre el sector norte de las defensas británicas, al tiempo que lanzaba un ataque de contención por el centro y enviaba a la fuerza de choque en dirección sur como ataque principal. En este sector, en la noche del 30 al 31 de agosto las infanterías habrían de abrir un corredor entre los campos minados, en la creencia de que serían fácilmente desbordables, permitiendo que el Afrika Korps se posicionara en las colinas de Alam Halfa y abordara El Alemein desde el sudoeste. Al mismo tiempo, más al norte, la 90 División ligera acompañada de los italianos de la Littorio y la Ariete avanzarían a la par que el Afrika Korps, embolsando al enemigo y permitiendo la toma de las colinas de Alam Halfa, posición estratégica de suma importancia que debía quedar asegurada en la mañana del día 31.
Establecidas las posiciones y los planes de campaña, las fuerzas de ambos contendientes resultaban similares en el escenario sur, donde habría de desarrollarse la acción principal. Rommel disponía de unos 500 tanques medios y ligeros, si bien la mitad italianos, muy poco eficaces. Por su parte, los británicos del XIII Cuerpo de Ejército contaban con unos 300 carros medios y 80 ligeros, además de 230 carros blindados y 100 tanques de la 23 Brigada blindada en la reserva. En cuanto cañones y artillería, ambos disponían de cerca de 300 cañones de campaña y medianos cada uno, además de unos 400 antitanques.
Iniciado el ataque alemán por el sur no tardaron en surgir los problemas. Los campos, más fuertemente minados de los esperado por los alemanes, retrasaron el avance del Afrika Korps y el de la 90 División ligera, mientras que la Ariete y la Littorio ni siquiera pudieron avanzar, lo que restaba la mitad de sus efectivos al ataque alemán. Por ello, Rommel tuvo que redirigirse hacia el nordeste, enviando al Afrika Korps hacia la punta sur de las colinas de Alam Halfa. Sin embargo, la pesadez del terreno y el hostigamiento de la RAF le obligó a anular el ataque a las cuatro de la tarde. Por su parte Montgomery, viendo el éxito inicial de sus defensas, ordenó a la 10 División blindada que se posicionase al oeste de Alam Halfa, para realizar un contraataque conjunto con la 2ª neozelandesa cuando finalizara la ofensiva alemana.
En situación dramática por las pérdidas sufridas y la carencia de combustible, Rommel intenta el 2 de septiembre un ataque desesperado que resulta baldío, por lo que el día siguiente debe replegarse. Esta acción es aprovechada por Montgomery, quien ordena entonces un contraataque a cargo de la 10 División blindada y la 2ª neozelandesa, al tiempo que la 7ª División blindada empuja frontalmente al enemigo.
El fracaso de la ofensiva situó a Rommel en una posición desesperada. Más de 3.000 hombres se habían perdido, así como 50 tanques, 15 cañones, 35 antitanques y 400 camiones, mientras que las bajas de Montgomery eran sensiblemente inferiores: 1.640 hombres, 38 tanques y 18 antitanques.