Comentario
En Italia, cultivan el arte de la miniatura algunos de los pintores más relevantes y podemos recordar, al respecto, el frontispicio del Comentario sobre Virgilio de Servius (hacia 1340-1344), que perteneció a Petrarca y que ilustró Simone Martini (ahora en la Biblioteca Ambrosiana de Milán). Sin embargo, se trata de un caso más bien excepcional. Para rastrear la historia de este género pictórico hay que acudir a centros concretos donde se cultivó particularmente.Es el caso por ejemplo de Pisa, pero muy en especial de Bolonia. En esta última ciudad, y como consecuencia directa de su famosa Universidad, se creará uno de los centros de producción de libros más importantes de Europa. Se realizan en principio grandes Biblias pero más adelante fundamentalmente libros jurídicos, por ser centro vinculado a este tipo de estudios.El libro adopta unas determinadas características. No sólo se escribe con una letra especial (la boloñesa), sino que el texto se distribuye sobre el folio de una forma determinada: en muchos casos, los códices se ilustran profusamente. Algunos de los miniaturistas que trabajan durante este período son conocidos documentalmente (es el caso de Oderisi di Gubbio y de Franco Bolognese, según cita de Dante), pero mayoritariamente por el momento esta producción es anónima, aunque se han aislado las realizaciones de un maestro al que se ha dado en llamar "l' lllustratore".