Época: Pintura
Inicio: Año 1390
Fin: Año 1441

Antecedente:
Flandes, centro creador del último modelo

(C) Joaquín Yarza Luaces



Comentario

Es ahora cuando surgen los artistas que consolidarán una escuela que va a gozar de extraordinario prestigio en toda Europa. Los hermanos Van Eyck, pero sobre todo el bien conocido Jan, parecen concentrar en ellos las mayores novedades, si bien en realidad hay que recordar igualmente a Robert Campin, si es el llamado Maestro de Flamalle. Jan van Eyck es, como Giotto, uno de los artistas más grandes de todos los tiempos. Ya en vida gozó de un gran prestigio que en ningún momento perdió, pese a los cambios de gusto, hasta nuestros días. La complejidad conceptual de sus obras no tiene apenas parangón entre sus contemporáneos y resulta excepcional si tenemos en cuenta que se mueve en un medio en el que los pintores siguen siendo considerados artesanos. Tuvo el favor de los duques de Borgoña, que le encargaron obras importantes y misiones que iban más allá de lo relacionado con el puro oficio. Pero su clientela se extiende a personajes importantes de la aristocracia (canciller Rolin) y de la burguesía flamenca, así como de la Iglesia. No deja de llamar la atención que una de las obras más conocidas y complejas, el Políptico del Cordero de Gante haya sido encargado por Joos Vijd, un importante burgués de Gante. En vida su fama fue más allá de las fronteras de su país y recibió encargos de clientes muy lejanos. Su arte intelectual y extraordinariamente minucioso no permite un catálogo demasiado nutrido. Pero ese mismo carácter conceptual impidió que su forma de hacer tuviera una descendencia apropiada, a no ser en copias de distinta calidad.Se supone que nace hacia 1390, mientras las primeras referencias que tenemos no son anteriores a 1422. Un poco antes debió intervenir en las llamadas "Horas de Turín", con otros artistas. Después de una estancia en La Haya, cerca de Juan de Baviera se traslada a Brujas y entra en contacto con Felipe el Atrevido, duque de Borgoña. En 1429, formando parte de una embajada a Portugal, llega a este país, pasa por los reinos occidentales y se supone que hace el viaje a Compostela. A partir de 1432 comienza a firmar sus obras, establecido definitivamente en Brujas. Muere en 1441.Precisamente en 1432 firma el Políptico del Cordero, aludiendo a que lo había comenzado su famoso y misterioso hermano, Hubert. El encargo se debe a ese Joos Vijd, que quiso que constara su nombre, junto al de su mujer, y que realizó tal empresa por varios motivos entre los que se incluye un deseo de expiación de las faltas de su padre. Cerrado, contiene varias pinturas, algunas a la grisalla, como la Anunciación, en un espacio relacionado a través de dos tablas. Abajo, entre otras figuras, están arrodillados los promotores. Abierto despliega un mundo de imágenes contrastadas. Mientras se centra en una suntuosa deesis con Cristo juez entre María y el Bautista, intercesores, en figuras monumentales; abajo se despliega un mundo abigarrado de personajes múltiples, reunidos en torno a la Fuente de la Vida y al Cordero místico, en un paisaje asombroso. El sentido eucarístico prima sobre otros, pero sólo es uno de los grandes temas.En el paisaje se alcanza una cota nueva representativa, que él mismo superará en La Virgen y el canciller Rolin. Nunca se había llegado en una superficie a crear un clima ilusionista tan inmenso, con unos medios intuitivos, pero sin relacionar con un sistema geométrico de reglas fijas y fiables. Por otro lado, la portentosa minuciosidad con que se dibuja desde la gran imagen de Dios, hasta el retrato de la última planta, causó una inolvidable impresión desde que puso allí su firma. La vigorosa visión de tantos personajes se completa con un sistema que busca individualizar a todos los personajes, salvo aquellos, como Dios o la Virgen que obedecen a prototipos muy establecidos.Desarrolla un tipo de retrato, que es una pintura religiosa. El donante y las personas santas se ubican en un mismo espacio, cargado de signos icónicos. La Virgen y el canciller Rolin (Museo del Louvre) es una obra ejemplar. La Virgen y el Niño están a la derecha, coronada ella por un ángel. De igual tamaño, el canciller se arrodilla ante ellos. Todos están en una gran sala abierta al exterior por una arquería de gusto arcaico románico con capiteles donde se pintan temas relacionados con María. Al exterior se dibuja en una superficie mínima un paisaje profundísimo con río y ciudad, donde se alcanza el límite de recreación ilusionista.La Virgen con el canónigo Van der Paele (Museo Comunal, Brujas) repite la fórmula, ahora en un interior. La composición es distinta, por la inclusión de varios santos. Lo mismo que antes, el retrato del canónigo parece de una fidelidad extrema al modelo. Esto debió colaborar a la fama de Van Eyck como retratista, tanto en estas obras religiosas y votivas, como en el mero retrato profano.Lo que no dejó de ponerse de manifiesto es el juego de signos simbólicos, lenguajes ocultos y guiños al espectador avisado. El retrato del Matrimonio Arnolfini (National Gallery) lleva estos caracteres a su apogeo, planteando problemas de interpretación no resueltos a gusto de todos. El juego del espejo del fondo, al tiempo objeto religioso, que devuelve la imagen de personajes que están en la estancia junto al matrimonio es más que un capricho o una exhibición técnica. Por otra parte, los Arnolfini son italianos vinculados al comercio, unos entre muchos que se dejan seducir por el arte nórdico, contrapuesto con el de su país. También la recreación de un interior burgués acomodado va a introducirse en la pintura tanto en el retrato de realismo simbólico, como en la obra religiosa.