Época: Pintura
Inicio: Año 1400
Fin: Año 1450

Antecedente:
Flandes, centro creador del último modelo

(C) Joaquín Yarza Luaces



Comentario

Con Roger van der Weyden alcanza la pintura flamenca otro de sus momentos más altos, con un reconocimiento universal inmediato. Sin embargo, sus inicios son oscuros. ¿Qué hace que entre en 1427 en el taller de Campin, cuando debe tener 27 ó 28 años y obtenga la maestría en 1432? Se ha dicho que pudo ser una táctica para poder establecerse en Tournai, pero no parece probable, cuando le vemos trasladarse inmediatamente a Lovaina y en 1435 a Bruselas, donde residiría definitivamente. Si en 1432 obtiene tal maestría tan sólo trece años después una pintura suya está depositada en la cartuja de Miraflores de Burgos, como regalo de Juan II: había obtenido un reconocimiento internacional.Su éxito no llegó a reproducir el de Van Eyck en el plano de las alabanzas, pero resultó más eficaz en cuanto a la difusión que sus modelos alcanzaron. Creó un mundo menos intelectualizado, con una fuerte carga emotiva que llegaba directamente a todo tipo de espectadores. Algunas de sus composiciones, tal vez resultados de una manipulación de otras de Campin o bien absolutamente propias, se convirtieron en iconos de referencia, repetidos por sus seguidores más inmediatos o lejanos en el tiempo (en Castilla), incluso por los grandes maestros que le siguieron (Memling). Heredó de Campin unas formas muy escultóricas y rotundas que supo potenciar, sin perder en delicadeza cuando lo creyó conveniente. Muchas veces, los únicos protagonistas de ciertas obras son los seres humanos sobre un fondo neutro de retablo de altar (Descendimiento del Prado, Crucifixión de El Escorial).Como todos los demás maestros flamencos cultivó la tabla de pequeñas dimensiones, aunque la primera gran obra maestra es el Descendimiento, que estuvo en El Escorial (Museo del Prado), donde las figuras alcanzan casi tamaño natural. Busca en él un ritmo compositivo, donde lo estético se une a la función, de modo que si cada personaje gesticula colaborando a crear una composición cerrada, la incurvación crispada del cuerpo de Cristo rima con el más desmadejado de María. El fondo neutro de retablo de madera se potencia con las menudas tracerías pintadas de las esquinas. Cada rostro tiene tal veracidad de retrato que será, en el futuro, modelo para cada uno de los personajes identificados que se esconden tras él. El grupo de Juan, la Virgen y otros, se copiará hasta 1500 con variantes.Aludíamos antes al Tríptico de Miraflores donado por Juan II. Hoy en día se encuentra en el Museo de Berlín, pero se ha descubierto otro exactamente igual repartido entre la Capilla Real de Granada, donde estuvo completo y el Museo Metropolitano de Nueva York. Los expertos discuten sobre cuál es el original. En todo caso la alta calidad de ambos nos sitúa ante unas circunstancias propias de entonces: no repugna que ambos lo fueran, porque en las condiciones de la pintura de entonces, se le podía encargar al mismo Weyden una copia de su obra y ésta sería realizada por él con la colaboración del taller, en mayor o menor medida de acuerdo a lo pactado previamente con el cliente.Algunas de sus empresas más ambiciosas denotan una implicación en los temas más vivos en lo religioso, pero también en lo profano. Así, el Tríptico de los siete Sacramentos (Museo de Amberes) se centra en una doble mención de la Eucaristía, a partir de la inclusión en una iglesia simbólica de una gran Crucifixión y un sacerdote oficiando en un altar. El Tríptico Columba (Museo de Munich) es una de sus mejores pinturas, aunque no está documentada. En el centro, la Epifanía es uno de esos modelos que luego se repetirán copiando el conjunto, alguna zona o un personaje concreto. Pero en dimensiones nada se compara al Juicio Final que Nicolás Rolin coloca en la capilla de su hospital de Beaune. La amplitud le obliga a trabajar con el taller, reservándose zonas más destacadas. Como es normal, el propio canciller y su mujer se hacen retratar arrodillados. Es importante comparar esta imagen más tardía con la de Van Eyck, porque se ponen de manifiesto ciertas diferencias.No sabemos hasta qué punto sus servicios fueron reclamados por los duques de Borgoña, pero todo hace pensar que fue su retratista en varias ocasiones. También pintó a diversos personajes, seguramente de la burguesía, entre los que destacan algunos anónimos femeninos, como los de Londres (National Gallery) y Washington (National Gallery).