Época: Barbarroja
Inicio: Año 1941
Fin: Año 1943

Antecedente:
Alemania invade la URSS

(C) Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias



Comentario

En la madrugada del 22 de junio de 1941, Karl von Schulenburg, embajador alemán en Moscú, se presentó en el despacho de Molotov, ministro soviético de Relaciones Exteriores, y le leyó un mensaje que acababa de recibir de Berlín:
"Los informes que en los últimos días ha recibido el Gobierno del Reich no dejan subsistir duda alguna en cuanto al carácter agresivo de las concentraciones de las tropas soviéticas... Por otra parte, informaciones de fuentes británicas confirman la existencia de negociaciones llevadas a cabo por el embajador, sir Stafford Cripps, tendentes a establecer una estrecha colaboración militar entre Gran Bretaña y la Unión Soviética. El Gobierno del Reich declara que violando los compromisos contraídos el Gobierno soviético se hace culpable:

1. De haber proseguido e incluso intensificado su trabajo de zapa contra Alemania y Europa.

2. De haber concentrado en la frontera alemana todos sus ejércitos en pie de guerra.

3. De prepararse con toda evidencia a una violación del Pacto de No-Agresión germano-ruso y atacar Alemania.

Por consiguiente, el Führer ha ordenado a los ejércitos del Reich prevenir cualquier amenaza utilizando todos los medios de que disponen".

La entrevista tuvo lugar en el Kremlin y el ministro soviético escuchó fría y atentamente, como era habitual en él. Luego, abandonando por primera vez su proverbial impasibilidad, manifestó:

"-La guerra, esto es la guerra... ¿Cree usted, señor embajador, que hemos merecido esto?"

Esta exclamación de sorpresa, el preguntarse si no había sido correcto el Gobierno soviético para merecer una declaración de guerra, pone de manifiesto que los rusos no creían en un intervención militar germana inminente.

Con unas horas de intervalo, una escena similar se desarrollaba en los despachos de la Wilhemstrasse, con la diferencia de que era el titular de Exteriores Ribbentrop el que informaba al embajador soviético en Berlín, Vladimir Dekanozov. Como de costumbre, éste había obtenido cita en la Wilhemstrasse para presentar sus quejas habituales respecto a violaciones territoriales efectuadas por aviones alemanes.

A las dos de la madrugada le habían dicho que Su Excelencia le recibiría a las cuatro de la mañana. Ignorando lo que le esperaba, el embajador soviético entró en el despacho de Ribbentrop, le tendió la mano y empezó a exponerle las reclamaciones de su Gobierno. Con gesto seco y mirada dura, el ministro de Hitler le interrumpió bruscamente: "La cuestión está superada". En tono arrogante, el ministro nazi le explicó que los ejércitos del Reich estaban en pie de guerra y le entregó el documento anteriormente citado. Tras un momento de perplejidad, el representante soviético reaccionó. Levantándose, manifestó que el gobierno del Reich cargaría con total responsabilidad de ese acto, e inclinándose salió del despacho sin dar la mano a Ribbentrop.