Época: Barbarroja
Inicio: Año 1941
Fin: Año 1943

Antecedente:
Alemania invade la URSS

(C) Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias



Comentario

En el mar de nieve, el Ejército soviético desplegó una actividad importante, encomendada a regimientos siberianos y cosacos, artillería sobre trineos y tropas de esquiadores; mientras, se infiltraban en la retaguardia para organizar grupos de partisanos, encargados de hostilizar a los alemanes, interferir sus comunicaciones y activar a la población civil para la resistencia. Moscú, capital y símbolo soviético, se había salvado de la ocupación.
Objetivamente, las fuerzas rusas (Budienny) que se oponían a los alemanes en el sur eran más importantes. Por eso los atacantes procuraron desarrollar una maniobra por sorpresa que facilitara una rápida penetración en el territorio. Dio resultado e incluso los panzer de Guderian fueron transferidos momentáneamente desde el centro, porque Hitler consideraba que los principales objetivos en el sur eran económicos, y sus asesores aseguraban que la agricultura de Ucrania y el petróleo del Cáucaso eran imprescindibles para poder continuar la guerra.

El avance llevó al cerco de Kiev, donde una maniobra de tenaza capturó más de 600.000 prisioneros rusos. Luego las malas comunicaciones y las lluvias retrasaron, como en toda Rusia, la marcha alemana que, a pesar de todo, llegó a Crimea e invadió la cuenca del Donetz, aunque dos meses tarde para encontrar un clima adecuado.

Tras el primer empujón, los carros de Guderian fueron nuevamente enviados al frente de Moscú y su falta impidió llegar hasta los campos petrolíferos del Cáucaso, que habrían supuesto un combustible abundante y cercano. Cuando los alemanes llegaron a Rostov, estaban tan agotados que los rusos pudieron hacerlos retroceder muy pronto, aunque en poca profundidad.

Von Rundstedt comprendió que la proximidad del invierno podía hacer peligrar aquellas tropas, excesivamente adelantadas de sus bases de aprovisionamiento, y solicitó permiso para replegarse. Hitler, según acostumbraba, lo negó, y el general pidió el relevo. Le fue concedido, pero los rusos lograron romper el frente y Hitler se vio obligado a autorizar la retirada hasta posiciones más defendibles. Como en los demás frentes, la ofensiva del sur quedó detenida a fin de año.

Aquel año, Hitler impuso sus criterios a los generales. Durante la campaña rusa habían discutido frecuentemente y, en diciembre, cuando la ofensiva se paralizó, Brauchitsch, el comandante en jefe, pidió el relevo por razones de salud, Bock le imitó poco después y Leeb dimitió cuando Hitler no aceptó su plan de retirar el frente de Leningrado.

Desembarazado de los mandos, Hitler se nombró a sí mismo comandante supremo del Ejército y quedó satisfecho de haberse librado también de Guderian, que tantas veces había opuesto criterios técnicos a sus intuiciones.

Cuando llegó la primavera de 1942, los alemanes estaban debilitados. El Ejército se resentía de las grandes pérdidas anteriores; algunas divisiones tenían solamente un tercio de sus efectivos; la Aviación se había desgastado por la guerra, sobre todo en Rusia, por el esfuerzo invernal para abastecer a los erizos, y la Marina no podía cumplir su programa de botar 25 submarinos al mes.

Pero Hitler había aprovechado el invierno para hacerse con el control militar: era el comandante supremo, compró algunos altos cargos con ascensos y su decisión personal fue, desde aquel momento, fundamental en el desarrollo de las operaciones.