Época: Cd8-2
Inicio: Año 1500
Fin: Año 1600

Antecedente:
Países Bajos

(C) Diego Suárez Quevedo



Comentario

En 1488 Maximiliano I transfiere a Amberes una serie de privilegios comerciales disfrutados hasta entonces por Brujas. Unos diecisiete años después se inicia un proceso arquitectónico-urbanístico de gran alcance y que durará unos cincuenta años, que supondrá que una ciudad con unos 85.000 habitantes, de forma rectangular con uno de sus lados apoyado en el estuario del Escalda y ceñida por la muralla de 1410, se convierta en el centro comercial más moderno de Europa, contando en 1568 con unos 105.000 habitantes.
Es la iniciativa del poder económico y de la clase mercantil la que desde sus inicios informa el proceso, cuyos primeros hitos obedecen de modo pleno a esta idea: construcción de la Lonja (1515) y de un nuevo edificio para la Bolsa (1531), obras ambas de Dominicus van Wagemaker; este último, con su gran patio porticado, es de clara filiación gótica. Asimismo, y ya con otro carácter, en 1521, se inician las obras para sobrealzar la torre de la catedral gótica, elemento clave en las vistas de Amberes. La ciudad sigue su expansión fuera de las viejas murallas y, en 1540, Carlos V hace venir de Bergamo a Donato Pellizuoli para construir en Amberes una nueva muralla; por encargo del Emperador, asimismo, proyecta varias puertas monumentales, entre ellas la de San Joris, inaugurada por el monarca en 1545 y, evidentemente, incorporando a su carácter utilitario connotaciones áulicas.

A partir de 1546 se lleva a cabo el verdadero ensanche de la ciudad, según un vasto plan de Gilbert van Schoonebeke (1495-1560), proyectista, empresario y especulador inmobiliario independiente o por cuenta de la autoridad municipal. Dicho ensanche es visible en el plano de Amberes que, en 1567, realizara Ludovico Guicciardini para ilustrar su obra "Descrittione di tutti i Paesi Bassi, altrimentti detti Germania inferiore", que dedicó a Felipe II. En este ensanche de Schoonebeke continúan primando criterios funcionales y especulativos. Esta ampliación del siglo XVI, la quinta en la historia de la ciudad, supone una racionalización y normalización de los antiguos procesos de intervención, sin buscar una contraposición con los modelos tradicionales, es decir, existe el empeño, ya mencionado, de no romper la continuidad del organismo urbano y que los trazados no condicionen, en ningún modo, a las arquitecturas que en él se insertan. Con los mismos presupuestos, se interviene también en el viejo núcleo medieval, que es racionalizado. El Grote Markt, una de las zonas privilegiadas de la ciudad que, aún en 1541, incorpora a sus edificios la casa de la corporación de tejedores, es un buen ejemplo de lo dicho; tradicionalismo tipológico y estructural, eclécticamente ensamblados con elementos clasicistas, en una continuidad urbana.

En la década de los sesenta Amberes alcanza las máximas cotas de prosperidad y desarrollo y, como cabría esperar en el siglo XVI, en este momento, las razones de representatividad y prestigio están por encima de las funcionales y económicas, dominantes hasta ahora, sobre todo en la significación dada a determinados edificios en sí y cara al resto de la urbe. Este es el caso de las obras de Cornelis Floris de Vriendt (1514-1575), que en Amberes construye dos edificios totalmente emblemáticos y claves por sí mismos y, sobre todo, en el contexto urbano: el Ayuntamiento (1561-1566) y el palacio de la Hansa (1564).

El Ayuntamiento de Amberes es una construcción donde, de forma contundente, destaca su cuerpo central con una correcta distribución de órdenes superpuestos. Es expresión, por otro lado, de la renuncia al decorativismo flamenco, en favor de un nuevo estructuralismo pleno de experiencias, perspectivas e intersecciones volumétricas, aplicadas a la arquitectura y puestas de manifiesto en el contraste del citado cuerpo central, donde es potenciada la verticalidad, respecto al largo cuerpo horizontal en que prima el sentido apaisado.

El palacio de la liga hanseática, establecida en la ciudad en 1562, es similar al anterior, pero aquí Floris concede un menor desarrollo al cuerpo central, que queda convertido en una torre; el edificio es así más compacto en conjunto, pero también más simple y sin el juego de volúmenes arquitectónicos señalado. Ubicado en el centro del ensanche de Schoonebeke, fue en su momento el edificio más ponderado de Amberes. Así, en 1572, Braun y Hogenberg en su "Civitates orbis terrarum", aducen "que ennoblece todo el conjunto de la ciudad nueva", poseyendo en su interior "un patio abierto y magníficas salas, adornadas con notables pinturas y tapices de gran valor"; el edificio "posee una magnífica torre de piedra, rematada por un ángel alado, que gira movido por el viento, señalando la dirección".

Finalmente, en el año 1567, se construye en el extremo meridional de Amberes la ciudadela, que es consecuencia del conflicto Flandes-España que, desde ahora y hasta mediados del siglo XVII, informará buena parte de la historia de ambos países. Amberes es saqueada por los tercios hispanos en 1566 y 1576, año en que definitivamente es sometida al poder español; en el año 1599 entra triunfalmente en la ciudad Isabel Clara Eugenia que, de este modo y con todas sus consecuencias, toma posesión de la herencia de su padre, Felipe II; pero los holandeses, que han mantenido su independencia en el Norte, no la reconocen y se preparan para bloquear la desembocadura del Escalda, al tiempo que guarnecen el puerto de Amsterdam que, en el siglo XVII, será el emporio comercial de los Países Bajos que sustituirá a Amberes; éste verá así interrumpido su desarrollo urbano, aunque durante el seiscientos continuará siendo un centro cultural de primer orden, donde la pintura barroca alcanzará uno de sus puntos álgidos con Rubens y donde Moretus desarrollará el arte tipográfico como sucesor de Plantin.

La Amberes del siglo XVI continúa siendo en el XVII el adecuado escenario para los eventos celebrativos; uno de ellos, organizado en 1635 para la entrada en la ciudad del cardenal-infante don Femando de Austria, hermano de Felipe IV, arzobispo de Toledo y regente de los Países Bajos, fue dispuesto por Rubens, que proyectó una serie de arcos de triunfo y de escenas vivas. La temática de una de éstas alude a las preocupaciones de Amberes, en irreversible decadencia comercial en el seiscientos, aportando una nota realista e insólita al triunfal aparato barroco: "el teatro del comercio que abandona la ciudad de Amberes". En 1648, el tratado de Westfalia prohíbe la navegación comercial por el Escalda, eliminando así definitivamente la causa primigenia de la prosperidad de Amberes en el quinientos.

En Amberes se centra, por otro lado, toda una elaboración teórica acompañada de excelentes grabados, referida fundamentalmente a la decoración arquitectónica. A partir de los modelos belifontianos se da rienda suelta a una amplia libertad figurativa, creando repertorios que adquieren en los Países Bajos connotaciones nacionalistas, y vía su aplicación en edificios clave, un valor urbano. Una de las razones de la afirmación de las decoraciones con grutescos en Flandes, está precisamente en el hecho de que sus teóricos, desde Coeck von Aelst, a Cornelis Bos y Cornelis Floris, intentan -y aquí el concurso de los grabados es fundamental- una mediación entre los temas del arte popular, propensos a lo mágico, a lo fantástico, a lo irracional, y el intelectualismo de las decoraciones manieristas, informadas por un simbolismo naturalista y animista. Como afirma Tafuri, grutescos, decorativismo, organicismo vitalista o abstracto, no pocas veces tendente a lo monstruoso, se funden en los grabados de Coeck y de Floris, inspirados en un horror vacui abiertamente anticlásico.

Es Jan Vredeman de Vries quien en sus obras de fantásticos modelos arquitectónicos (Scenographiae siue perspectiuae... Amberes, 1560; Theatrum vitae humanae... ibidem, 1581; Variae architecturae formae... ibidem, 1601) eleva a niveles máximos esta tendencia. Tratados de enorme difusión en el mundo nórdico tendrán su reflejo en una serie de edificios de palacios comunales como los de Aja (1563), Emden (1574), Haarlem (1593) o Leiden (1597-1603), obras las dos últimas de Lieven de Key (1560-1627). El ayuntamiento de Leiden singularmente, con una continua alteración de las relaciones de escala, refleja el espíritu de los grabados de V. de Vries, mediante combinaciones decorativas, de sentido antiperspectivista, inspiradas en el heterodoxo Rollwerk, alcanzan valores totalmente nuevos respecto a los modelos italianos, a los que oponen un especial irracionalismo.