Época: Kursk campaña
Inicio: Año 1943
Fin: Año 1944


(C) Miguel Angel Castillo



Comentario

(1) Por vez primera en toda la guerra, los ejércitos soviéticos comenzaron a tener apreciables medios de transporte de todo tipo. En esta ofensiva contarán con más de 50.000 camiones -en buena parte de construcción norteamericana-, con un número no determinado de transportes blindados de personal, con más de 3.000 cañones autopropulsados y con unos 9.000 tanques. En suma, puede considerarse que las fuerzas mecanizadas soviéticas podían tener unos 20.000 blindados de todo tipo y medios de transporte para más de millón y medio de hombres; con estos datos se puede explicar lo que se le vino encima a Hitler y la velocidad del avance soviético.
(2) La división alemana al completo de efectivos estaba entre 18.000-20.000 hombres. Estas divisiones, por término medio, se hallaban a 2/3 de sus efectivos en el momento de la ofensiva soviética, No es muy fácil precisar con fiabilidad absoluta el número de divisiones que tenía Alemania en el frente del Este el 22 de junio de 1944, pues los diferentes grupos de Ejércitos debieron ceder unidades ante la invasión aliada de Francia y se produjeron trasvases entre ellos, y de retaguardia acudieron rápidamente tropas de refresco a taponar los huecos que se produjeron entre junio y julio...

(3) Cuando en Berlín calculan sus bajas, al hablar de la pérdida de una división hablan de unas 13.000 bajas -muertos, heridos, prisioneros-. Para elaborar este cálculo nos hemos llevado por esa indicación. Es posible, que la cifra pueda elevarse un poco más, quizás hasta los 2,5 ó 2,6 millones de hombres, calculando las tropas no regulares estonias, letonas y lituanas. De esta cifra hay que calcular que más de medio millón eran extranjeros, rumanos y húngaros sobre todo, pero también ucranianos, letones, lituanos y un sinfín de voluntarios europeos, desde franceses, italianos, belgas, holandeses, noruegos,... En estas cifras no se incluyen las tropas finlandesas.

(4) Una división panzer contaba al completo de sus efectivos con 160 carros medios y pesados, más un número menos concreto por lo fluctuante durante toda la guerra- de vehículos ligeros de exploración, transportes blindados de personal, cañones de asalto, cazacarros, cañones autopropulsados, etc. En el mejor de los casos, las divisiones alemanas blindadas estaban, como la infantería, a los dos tercios de su potencial, por lo que, a lo sumo, contarían en junio de 1944 con 3.500 o 4.000 vehículos. Peor era, sin embargo, la situación en el aire, donde los alemanes no podían hacer volar ni 4.000 aparatos. El dominio soviético en este aspecto será abrumador y pulverizarán a divisiones blindadas alemanas enteras antes de que consiguieran llegar a sus lugares de combate.

(5) Efectivamente, Govorov había tenido un fuerte desgaste en su fulgurante galopada, estaba lejos de sus bases de partida y la resistencia en la zona occidental del frente se había incrementado con los refuerzos llegados de Carelia. Por otro lado, no podía recibir refuerzos, pues Moscú concentraba el grueso de su poder en otro punto.

(6) Finlandia había solicitado 6 divisiones, artillería antitanque, antiaéreos, carros y aviones... Recibió una división, una brigada de cañones de asalto, con 60 máquinas, algunos anticarros y antiaéreos.

(7) Aunque parezca increíble, así fue al comienzo. El 22 de junio la VI flota aérea (von Greim) pudo poner en el aire tan sólo 24 cazas y menos de 100 bombarderos de todo tipo; más grave aún: estaba escasísimo de combustible.

(8) Las ciudades fortaleza fue una de las más disparatadas genialidades de Hitler, que obligando a defender esos puntos condenaba unidades importantes al aniquilamiento y abría enormes boquetes en su frente -los espacios que dejaban de cubrir tales unidades encerradas en las ciudades-. Y no conseguía nada en absoluto. Lo que tenían de sobra los soviéticos eran unidades de infantería con poco equipo móvil y escasa preparación, muy aptas para estos asedios, en los que se curtían los soldados y cobraban gran moral, pues su victoria, aunque fuese por hambre y agotamiento de los defensores, era segura. Efectivamente, en las ciudades en que se ensayó ese sistema durante la última semana de junio de 1944 la resistencia no duró más allá de 6 ó 7 días: los defensores combatían en una tremenda inferioridad numérica, material y moral, conocedores de que el frente se hallaba ya a más de 100 o 200 kilómetros y que, por tanto, su sacrificio era completamente inútil.

(9) En la retaguardia del Grupo de Ejércitos Centro se calcula que operaban un cuarto de millón de guerrilleros: eran rusos blancos, ucranianos, polacos, judíos y hasta checoslovacos. No sólo causaron grandes trastornos en la retaguardia alemana en vísperas de este ataque, sino que destrozaron a centenares de pequeños grupos de combatientes que se retiraban hacia el Oeste tras la serie de derrotas de junio julio de 1944.

(10) Heinrici realmente no mandaba el IV Ejército alemán durante su aplastamiento entre Orsha y Mogilev, pues se hallaba de baja y le sustituía Tippelkirch, que fue confirmado más tarde como jefe de unos pocos restos de aquel naufragio.

(11) El general Lindemann, jefe del Grupo de Ejércitos norte, acudió a Hitler cuando el hundimiento del Centro alemán era un hecho para pedirle que retirara a sus ejércitos de la Posición Pantera y los situara tras el Dvina, ya que su flanco derecho estaba al descubierto por la desaparición casi absoluta del III Ejército Panzer. Era razonable lo que pedía el general y más después de haber tenido que ceder la cuarta parte de sus efectivos al grupo Centro para remendar sus agujeros, pero Hitler no cedió, atrincherándose tras una razón política y otra militar: si abandonaban, los finlandeses llegarían inmediatamente a una paz separada con Moscú y, por otro lado, según recalcaba Dönitz, si se abandonaba el Golfo de Finlandia, la marina soviética entraría en operatividad impidiendo el adiestramiento de los submarinos en el Báltico. Ambas eran razones importantes, sin duda, pero preferibles: si se hundía el Grupo de Ejércitos Norte, como inevitablemente debería suceder en aquella situación, se producirían los temores de Hitler y de Dönitz, y se perdería buena parte de un ejército y de sus armas. Hitler destituyó a Lindemann y nombró como jefe a Friessner.

(12) La lluvia de reveses fue terrible para los alemanes en julio. El 13 perdían Vilna, el 14 Minsk, el 16 Grodno, el 23 Lublin, el 27 Bialystok, el 28 Brest Litovsk, el 31 llegaban los soviéticos a los arrabales de Varsovia...

(13) Aunque está claro que Speer fantaseaba un poco y que jamás se lograron esas cifras de producción, no es menos verdad que en esos meses las fábricas del III Reich funcionaron con asombrosa eficacia, produciendo las cifras más altas de armas de toda la guerra y los productos tecnológicamente más avanzados, aunque su calidad se resintiera por falta de materias primas y falta de control en las fábricas.

(14) Allí llegaron, en su habitual misión de apagafuegos las divisiones panzer Herman Göering, la Totenkopf y la Wiking -estas dos últimas de las SS- y la Grossdeutschland, una de las mejores unidades acorazadas que tuvo Alemania.

(15) La misma jerga, la misma parafernalia fascista: Duce, Führer, Caudillo, Conducator...

(16) El boletín informativo emitido por Moscú decía: "Jassy, capital de Moldavia, está en poder de las tropas del Segundo Frente de Ucrania. El enemigo ha sufrido terribles pérdidas 25.000 muertos; 12.655 prisioneros; 187 tanques y 926 cañones destruidos o capturados..."

(17) A la misteriosa muerte del rey Boris de Bulgaria le sucedió un consejo de regencia durante la minoría de edad del rey Simeón II. Bulgaria había suscrito el Pacto Anticomintern en noviembre de 1941 y en diciembre declaró la guerra a Estados Unidos y a Gran Bretaña, pero no a la URSS.

(18) Löhr contaba con cuatro cuerpos de ejército, prácticamente al completo, esto es, unos 300.000 hombres, a los que hay que añadir 150.000 más pertenecientes a la aviación, la marina y la defensa antiaérea.

(19) La retirada fue hecha en condiciones dificilísimas, con algunos aviones y unos pocos buque lentos e indefensos, que hubieran sido hundidos por los británicos de no haber mediado un acuerdo. Speer cuenta en sus memorias que, a cambio, los alemanes se comprometieron a defender Salónica de los soviéticos hasta que hubieran llegado allí los británicos. Cuando terminó la operación que había sido propuesta por Jodl, Hitler comento: "Es la última vez que nos prestamos a una cosa así".

(20) En el Báltico mostraron su utilidad -recuérdese que Hitler quiso desmantelarlos a comienzos de 1943- los grandes buques alemanes, operando contra las costas dominadas por !os soviéticos, avituallando a las tropas embolsadas, protegiendo su retirada, etc. En esas labores participaron el crucero Prinz Eugen y los acorazados de bolsillo Sheer y Lützov, así como una docena de destructores y lanchas rápidas.