Comentario
Amparados por la funcional desmesura burocrática, simbólica y formal del plan sixtino -que con su trazado rectilíneo y articulado, su culto al eje y al nudo viarios y su amor por el monumento focal, convergente e irradiador, convertía a Roma en el prototipo máximo de ciudad capital-, y siguiendo las pautas edificatorias de unificación del panorama urbano fijadas por las ordenanzas de Gregorio XIII (bula "Quae publicae utilia", 1574), los artistas del Barroco: arquitectos, escultores, pintores, redujeron a proporción y enriquecieron, hasta humanizarlos, esos ámbitos espaciales. A lo largo del siglo XVII, los arquitectos y escultores experimentaron en el tejido de Roma (y en sus interiores, los pintores), las posibilidades expresivas que el nuevo lenguaje les facilitaba, y ello a pesar de lo reducidas y modestas que fueron, en comparación, las sucesivas iniciativas papales.Sin embargo, las sistematizaciones que durante el Seicento se ejecutaron en los diversos niveles de construcción, transformación, ampliación y decoración, confirieron a Roma su aspecto decididamente barroco y su carácter ejemplar. Así, poniendo el acento, sobremanera, en la sistematización arquitectónica y en operaciones de retoque y ornato urbanos, los papas del Seicento llevaron adelante las pautas sixtinas.Pablo V (1605-21) construyó un nuevo acueducto para resolver el problema hídrico del Trastévere, auto-celebrándose con la erección de nuevas fuentes (Acqua Paola). Durante el pontificado de Urbano VIII (1623-44) se sistematizaron algunas plazas, como la del Quirinale, y se fortificó el Gianicolo; en el de Inocencio X (1644-55) se renovaron los interiores de las dos mayores basílicas y se completó a lo barroco las plazas del Campidoglio y Navona, convirtiendo ésta en espectacular corte de la familia Pamphili, y durante el de Alejandro VII (1655-67), que volvió a tener el control sobre toda la ciudad, a más de ordenarse la graciosa placita ante S. Maria deIla Pace, de iniciarse la sistematización de la del Popolo y de proyectarse la transformación de la plaza Colonna en corte de los Chigi (transportando la Columna Trajana al lado de la Antonina), se aborda, por fin, la resolución del nudo urbano más importante y complejo, formal y simbólicamente, de Roma: la plaza de S. Pietro, ante la Basílica Vaticana.