Comentario
Todavía le dio tiempo a Enrique IV para plantear la construcción de otra plaza en 1610, poco antes de ser asesinado, lo que hizo que, aunque las obras se iniciaran, no llegaran nunca a concluirse. Fue aquella la Place de France, que, proyectada por Claude Chastillon y Jacques Alleaume, debió contar con una importante intervención por parte del propio rey en la configuración del diseño.Debería ocupar esta nueva plaza un espacio situado entre la Bastille y el Temple, y tendría claramente un sentido práctico y simbólico, como señalaría su estructura estrellada. Adosada a la muralla entre la Porte Saint-Antoine y la Porte du Temple, se planeó con una planta semicircular en la que, del lado curvo, irradiaban ocho calles que llevarían los nombres de las principales provincias y que más allá eran cortadas por un segundo cinturón semicircular. Los edificios que asomarían a la plaza tendrían un carácter público. La base del semicírculo estaría adosada a la muralla y allí ésta abriría una nueva puerta que llevaría un nombre significativo, Porte de France, lo que, unido al simbolismo de los nombres de las calles radiales, sería indicativo del papel de París como capital del reino.Luis XIII desarrolló una menor actividad urbanística que su padre, pues se orientó sobre todo hacia las obras de tipo arquitectónico. Entre las actuaciones de tipo urbanístico cabe citar en primer lugar la Rue Dauphine, proyectada ya por Enrique IV y en la que se ordenó que las casas. se construyeran con un esquema uniforme.Más importante fue la urbanización de la Ile Saint-Louis, que se llevó a cabo entre los años 1627 y 1664 con la dirección técnica de Louis Le Vau y el impulso del empresario Marie y los financieros Poulletier y Regrattier. Se formó entonces la isla por la unión de los antiguos islotes de la Ile aux Vaches y la lle Notre-Dame, célebre éste porque durante la Edad Media era el lugar donde se celebraban los Juicios de Dios. Además de la unión, se hicieron puentes que enlazaron la isla con las márgenes del río y se dividió el suelo en lotes, formando un sistema de damero con dos calles principales entrecruzadas.Con la misma idea urbanística de dos calles principales entrecruzadas, se planeó y construyó después del año 1633 el Distrito Richelieu, situado al norte de las Tullerías y el Louvre y fuera de la antigua muralla de la ciudad. Esta zona se vio favorecida al construir allí su palacio el propio cardenal, el que luego sería el Palais Royal, continuando este favor con el cardenal Mazarino que también levantó aquí su vivienda, la que hoy es sede de la Bibliothéque Nationale, todo lo cual propició el desarrollo de este núcleo urbano configurando así un nuevo barrio en la ciudad de París.Con Luis XIV, ésta va experimentar importantes cambios que serán fundamentales para su posterior evolución. Bajo su reinado se construyeron dos places royales, se trazaron los jardines de las Tullerías que sirvieron de punto de arranque a la posterior expansión de la ciudad por la zona oeste y también se suprimieron las fortificaciones acabadas en la época de Luis XIII, que fueron sustituidas por un anillo casi completo de boulevards, lo que además sirvió para que París adquiriese entonces la fisonomía de una ciudad abierta.La primera de aquellas plazas fue la Place des Victoires, planificada en 1685 por el mariscal de La Feuillade para acoger un monumento de Luis XIV, réplica de otro que había encomendado al escultor Desjardins para celebrar la firma de la Paz de Nimega (1679), y que había enviado a Versalles como regalo al monarca. El monumento constaba de una estatua del rey puesto de pie, que ceñía su cabeza con una corona de laureles. Bajo ella había un pedestal con seis relieves y en los ángulos cuatro cautivos que representaban a España, Holanda, Prusia y Austria, las naciones vencidas por el Rey Sol. Rodeaban el monumento cuatro grandes lámparas que estaban encendidas día y noche, lo que simbólicamente le daba un carácter casi de imagen sagrada y así constituye un testimonio harto elocuente de la política absolutista que encarnaba Luis XIV. Estas lámparas fueron eliminadas en el siglo XVIII y la estatua fue fundida en 1792, siendo sustituida en 1822 por otra de F. B. Bosio que representa a Luis XIV a caballo.La plaza no se concibió como un espacio urbano aislado, como podía ser, por ejemplo, el caso de la Place des Vosges, sino que iba a servir de intercomunicador de distintas zonas de la ciudad. Así convergía en ella la rue des Fossés Montmartre -hoy rue d'Aboukir-, que procedía de la antigua muralla de Carlos V, concretamente del lugar donde en 1672 se había levantado la Porte Saint-Denis; igualmente llegaban a ella la rue Croix des Petits Champs, que abierta hacia el sur unía la plaza con el Louvre, y la rue de la Feuillade -hoy, rue Petit Champs-, que enlazaba con el nuevo barrio situado al norte de las Tullerías.Por esa función de la plaza como distribuidor radial, su proyectista, el arquitecto Jules-Hardouin Mansart, la concibió con una planta circular, llegando a quedar como prototipo para otras plazas semejantes en otros lugares, como por ejemplo el King's Circus de Bath.Los edificios construidos en aquel lugar formaban un conjunto uniforme, disponiendo una planta baja con un paramento en almohadillado y por encima dos pisos con un orden gigante jónico, algo que sin duda tenía orígenes italianos. Pero esta distribución solamente la presentan los edificios en las fachadas que asoman a la plaza, pues en la parte hacia las calles que convergen a ella muestran una articulación mucho más sencilla.La otra gran plaza parisina construida en el reinado de Luis XIV fue la Place Véndôme o Place Louis Le Grand, que se convirtió en el centro de los nuevos barrios al oeste de la ciudad. Hacia el año 1680 concibió Louvois la construcción de aquella plaza, que estaría centrada por una monumental estatua de Luis XIV y en la que los edificios albergarían importantes instituciones, como serían las sedes de las Academias, la Biblioteca, la Real Casa de la Moneda y el Hôtel des Ambassadeurs extraordinaires. Así, determinados ya a levantar aquel nuevo espacio urbano, favoreció su ubicación la posibilidad de compra en 1685 del hôtel del duque de Vendóme -hijo de Enrique IV y Gabriela de Estrées- que a la sazón estaba arruinado, y a cuyo solar se añadieron para ampliar la superficie de la futura plaza los terrenos del vecino convento de los capuchinos.El encargado de hacer el proyecto y llevar a cabo las obras fue Jules-Hardouin Mansart, quien comenzó sus labores en 1685 construyendo únicamente las fachadas de los edificios, que en su parte inferior se diseñaron con soportales. La parte por detrás de las fachadas no se edificó, ya que, con un sentido racional, se determinó que se hicieran posteriormente, para que pudieran adaptarse de forma más adecuada a las necesidades de la institución que fueran a acoger. De todas formas, tan buenas intenciones no sirvieron puesto que la falta de dinero obligó a cancelar el proyecto y se pasó a derribar las fachadas.Muy pronto se reactivó la idea de construir la plaza, aunque con importantes cambios, pues a la reducción de dimensiones del primer proyecto se unía el que los edificios a construir tendrían ahora un carácter privado. El rey regalaba el terreno a la ciudad con la condición de que se construyeran las fachadas de acuerdo con el nuevo proyecto de Mansart en el que habían desaparecido los soportales. Por otro lado, ateniéndose a la primera intención se daba libertad a quienes compraran los solares, para que tras esas fachadas pudieran edificar sus viviendas con plena libertad en la disposición de los planos.Presenta la plaza una planta rectangular con las esquinas achafladas que prácticamente la convierten en un octógono irregular, lo que refuerza el carácter de ámbito cerrado de este espacio urbano. Sin embargo, en oposición a esta idea, y participando de ese gusto barroco por los elementos y las situaciones contrapuestas, atraviesa la plaza un eje longitudinal en dirección norte-sur que hoy en día une el Jardín de las Tullerías y la Opera, como antaño lo hacía con las iglesias de los capuchinos y de los bernardos y que, por tanto, tiende a romper el esquema cerrado del conjunto.No obstante, las intenciones originales han sido alteradas con el paso del tiempo por dos hechos fundamentales. Primero, porque la estatua ecuestre de Luis XIV como emperador romano realizada por Girardon fue destruida durante la Revolución y sustituida más tarde por Napoleón con la Columna de Austerlitz, y ésta, dado su monumental tamaño, resta algo del carácter concentrado de la primitiva plaza. En segundo lugar está la circunstancia de que el eje que la atraviesa está actualmente desvirtuado, ya que casi se pierde en el infinito, mientras que, en su momento, poco después de atravesar la plaza era cortado por los edificios de unas calles transversales que lo cruzaban, lo cual proporcionaba una idea de espacio algo más cerrado a todo el conjunto que lo que hoy día podemos contemplar.Las fachadas se construyeron entre 1699 y 1708 siguiendo en general un esquema muy semejante al de la Place des Victoires, pero con un tratamiento más exquisito. Las proporciones son más esbeltas y los detalles más cuidados, con empleo de un orden corintio y un intento de evitar la monotonía de los grandes lienzos por medio de ressauts rematados con frontones triangulares.Cabe señalar finalmente la apreciación que a través de esta plaza ha hecho Anthony Blunt sobre la diferencia de la política de Enrique IV y la de Luis XIV. El primer monarca destinó sus obras urbanísticas para residencia de los parisinos que rodeaban su estatua. Por el contrario, Luis XIV proyectó acoger su imagen por los edificios que servirían de sede a las instituciones oficiales del Estado, lo que es un reflejo de la política emblemática que dominaba todas sus actuaciones.También durante el reinado de Luis XIV se llevó a cabo la renovación de los jardines del palacio de las Tullerías, que finalmente acabarían conformando la vía de expansión de la ciudad hacia la zona oeste. Estos habían sido construidos desde el año 1563 según los cánones de la jardinería renacentista, pero en 1637 se nombró a André Le Nôtre su jardinero, quien hizo una nueva planificación con el fin de adaptarlos a las nuevas concepciones, en las que se buscaba una mayor movilidad a través de un variado sistema de ejes y de parterres con distintas plantas, quedando el esquema dominado fundamentalmente por un gran eje o avenida, la de los Chames Elysées, que finalizaría en un gran círculo, I'Etoile, que más adelante servirían de base para el crecimiento urbanístico de esta zona tan importante del París decimonónico y del actual. De forma semejante, y buscando un paralelismo en la planificación general de la ciudad, se proyectó otro eje en la parte oriental de ésta, que debería dirigirse desde la Porte Saint-Antoine hasta Vincennes.Algo más tarde se abrieron unas vías radiales dirigidas hacia toda la nación que señalaban el papel de la ciudad como capital del reino y la concepción de un Estado centralizado en Francia. Completando este programa urbanístico se cortaron estas vías con el anillo de boulevards, que se dispusieron en el lugar donde las antiguas murallas delimitaban la ciudad y que favorecieron otro de los ideales del urbanismo barroco, cual es el de los espacios abiertos.Aquellas murallas habían sido construidas entre los siglos XIV y XVII por Carlos V, Carlos IX y Luis XIII cuando la ciudad fue creciendo por su zona norte. Pero ya en la época de Luis XIV, la seguridad en el reino hizo que se abandonaran, llegando a un estado casi ruinoso. Ante ello, finalmente se optó por derribarlas, acometiéndose entre 1660 y 1705 la empresa de demolerlas, rellenar con ellas los fosos, y formar así una especie de terraza ligeramente sobreelevada de 36 metros de anchura, en la que se dispuso una avenida formada por una vía principal flanqueada por otras dos más estrechas, y entre ellas paseos con filas de árboles, dándose al conjunto el término militar de bouleuard, con el que se denominaba el terraplén de una muralla.Por otra parte, allí donde los bouleuards se cruzaban con las vías radiales se erigieron en lugar de las antiguas puertas de la muralla, otras de tipo monumental y carácter emblemático, como las de Saint-Denis y Saint-Martin, la primera de 1672 construida por François Blondel, y la segunda de 1679 por Pierre Bullet, decoradas con bajorrelieves que recogen las hazañas victoriosas de Luis XIV.