Época: GreciaClásicaII
Inicio: Año 429 A. C.
Fin: Año 400 D.C.

Antecedente:
La Guerra del Peloponeso



Comentario

A finales del año 429 Pericles muere. Los historiadores se plantean el problema de si existe algún político que pueda considerarse su heredero en la línea estratégica y en la capacidad de consenso. La respuesta es indudablemente negativa, aunque todos son de algún modo sus sucesores, pues pesa su imagen como para que traten de imitarlo, aunque las circunstancias históricas impidan que ninguna personalidad lo consiga. De manera inmediata, el problema se plantea en torno a la dicotomía entre Nicias y Cleón.
De Nicias pueden considerarse similares a los de Pericles sus planteamiento moderados en la acción bélica, pero llevados a un extremo tal que más bien adquirió fama de cobarde. Por otra parte, por su afición a los adivinos y su tendencia a la superstición, Plutarco establece precisamente una oposición entre ambos personajes y caracteriza a Nicias como representante de una época de auge de tales prácticas, donde se extienden los temores ante teorías como las de Anaxágoras. Usaba adivinos propios para los asuntos políticos y para los asuntos privados. Desde luego no parece que pueda encontrarse dentro de lo que suele conocerse como el círculo de los amigos de Pericles. Era rico, aunque no pertenecía a ninguna de las familias aristocráticas conocidas en Atenas. Su riqueza se relacionaba con la explotación del trabajo de los esclavos, que poseía en gran cantidad y los alquilaba para el trabajo de las minas de Laurio. Su interés por proteger las costas del norte del Egeo se relaciona sin duda con que en Tracia se encontraba la principal fuente de esta mano de obra para los atenienses.

De Cleón se dice que era mal orador. No tenía la educación propia del joven aristócrata ateniense y aparece definido como curtidor, lo que seguramente significa que poseía talleres explotados también con mano de obra esclava. Es objeto del desprecio por parte de Tucídides y de los ataques más virulentos de la comedia en general y de Aristófanes en particular. Su elocuencia vulgar es coherente con el desprecio que muestra hacia los sofistas. Sin embargo, en parte resulta también heredera de la estrategia de Pericles, de quien mantiene la actitud hostil y, personalmente, se aleja de sus amigos y hetairoi, de las relaciones en que se mueve la política aristocrática, para colocarse por encima de la polis en su conjunto. Si Pericles era filópolis, y no filohetairos, Cleón se define más bien como filodemos, próximo a un sector de la sociedad, el demos, no a su conjunto, por lo que en su actitud se rompería la tendencia a la concordia. También, como Nicias, era supersticioso. La realidad no permite otro Pericles, tampoco en el plano intelectual.