Época: GreciaClásicaII
Inicio: Año 416 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
La Guerra del Peloponeso



Comentario

En el año 416, los atenienses intervinieron en la isla de Melos, en la que, según algunas versiones, no habría ningún precedente que justificara la represión. La ciudad no pertenecería a la alianza y se trataba, por tanto, de una nueva incorporación basada simplemente en la fuerza. Algunos datos epigráficos muestran, sin embargo, que pudo haber relaciones anteriores que justificaran la intervención. Desde luego, no existía el fundamento ideológico que hablaba de la unidad de los jonios en torno al santuario de Delos, dado que los de Melos eran dorios. Tucídides reproduce un diálogo entre melios y atenienses en el que se plasma la discusión vigente en torno al imperio y sus justificaciones. Para los atenienses su intervención se justifica en el simple hecho de la superioridad conseguida en su anterior defensa de la libertad de los griegos frente al persa. Ahora, su derecho se basa en la existencia misma de esa superioridad. Se formula aquí de nuevo la ley del más fuerte predominante en los fundamentos ideológicos del imperio. Según los atenienses, sólo habla de justicia quien quiere evitar que caiga sobre sí el dominio del poderoso. Los melios no se dejaron convencer y la resistencia fue vencida con la consecuencia de la muerte de los varones y la esclavización de las mujeres y los niños. Los territorios de la isla fueron objeto de colonización.
Parece que Alcibíades tuvo una parte en la negociación y representación de los melios, índice del camino que tomaban sus planes de agresividad y continuación del expansionismo imperialista. El episodio donde la tendencia se muestra más claramente fue el de la expedición a Sicilia, escenario de las manifestaciones agresivas del joven aristócrata y de sus coincidencias con el demos. En la isla, en efecto, habían surgido los disturbios entre los oligarcas y el demos, concretamente en la ciudad de Leontinos. La situación se complica porque los oligarcas reciben ayuda de Siracusa, cuando ha quedado establecida la democracia. Una situación parecida se plantea en Segesta, donde los demócratas piden ayuda a Atenas. Un primer enviado ateniense, Féace, regresa con la impresión de que va a ser muy difícil conseguir una coalición de las ciudades sicilianas capaz de unirlas frente a los siracusanos que, con su apoyo a las oligarquías, se han convertido en los enemigos de todas las ciudades en que puede encontrarse una tendencia democrática.

En Atenas se plantea entonces un debate sobre la posible intervención activa de las tropas atenienses. Según Tucídides, en el debate estaba presente la idea de que Siracusa se podría convertir en un peligro si se hacía fuerte en toda la Grecia occidental, pero el verdadero motivo que llevó a la decisión positiva hay que buscarlo en las expectativas de una posible sumisión de la isla de Sicilia entera. Tras el pretexto de la actuación defensiva estarían ocultas las verdaderas intenciones imperialistas. La situación interna era tal que, a pesar del profundo desconocimiento de la isla que existía entre los atenienses, la asamblea votó favorablemente el envío de una expedición mandada por Nicias, Alcibíades y Lámaco.

Nicias había argumentado en contra sobre la base de la difícil situación en que se encontraban Grecia y Tracia, donde crecía la necesidad de gastos. Podían acusarlo de que trataba de eludir, como rico que era, los gastos propios de las liturgias, pero él sabía que la opinión contraria procedía de "la juventud irreflexiva y ambiciosa que miraba sólo por su bien privado". Por su parte, Alcibíades argumentaba que el imperio era un bien para todos. La votación demostró que los intereses particulares de Alcibíades coincidían con los del demos.