Época: Barroco17
Inicio: Año 1550
Fin: Año 1700

Antecedente:
La ciudad iberoamericana

(C) Victor Nieto y Alicia Cámara



Comentario

Las ciudades mineras tuvieron un crecimiento urbano que nada tiene que ver con el modelo de que hemos estado hablando. Nacidas sin ninguna traza previa, su crecimiento fue completamente irregular, ajeno a todo principio de urbanismo clásico y resultado de la urgencia de satisfacer necesidades inmediatas.Taxco, Guanajuato o Zacatecas, se desarrollaron por ejemplo en función de los caminos principales, y muy condicionadas por encontrarse en las laderas de los montes, lo cual resulta casi una constante de los centros mineros. Tanto el descubrimiento de las minas de Zacatecas en 1546, como de las de Guanajuato en 1548, habían transformado la región: se fundaron villas para la protección y pacificación de la zona así como presidios que, como el de San Miguel, el de Saltillo o el de Aguascalientes, acabaron generando a su vez el nacimiento de nuevas villas. La necesidad de proteger estos enclaves obligó a construir fortines, como los cuatro que protegieron el Real de Minas de Santa Fe de Guanajuato. Este Real de Minas de Guanajuato había nacido en 1554, pero hasta 1741 no se le dio título de ciudad y fue en el siglo XVIII cuando se levantaron los grandes edificios -el de los Jesuitas, la Valenciana...- que modificaron la imagen urbana de una ciudad no demasiado regular en planta. Una vista del año 1783 muestra tanto la irregularidad de su trazado, adaptado a los cerros de las minas, como el carácter casi teatral de los edificios, representados en alzado como si fueran los decorados para una representación.También San Luis Potosí (México) conoció su esplendor en el siglo XVIII. Había nacido en el siglo XVI en función de la evangelización y pacificación de la zona, pero cuando en 1592 se descubrió la riqueza de su plata pasó a ser Real de Minas y, ya a mediados del siglo XVII, obtuvo el título de ciudad. En su caso el trazado, debido a Juan de Oñate, fue regular. Por lo que se refiere a Zacatecas, verdadera ciudad de frontera en la expansión española hacia el norte, Bakewell ha observado la decepción que se hubieran llevado los redactores de las "Ordenanzas" de 1573 de haber podido ver esta ciudad minera, nacida tras el descubrimiento de las minas en 1546, pues era "un poblado disperso sobre una línea irregular y comprimido entre dos montes que forman un estrecho valle".El centro minero que más riquezas aportó fue sin embargo Potosí (Bolivia). De su riqueza quedan huellas hasta en el lenguaje coloquial, como la expresión "vale un Potosí". Desde que los españoles, hacia 1545, conocieron la riqueza de plata del cerro, comenzaron a llegar allí pobladores que, en lugar de fundar una ciudad bien trazada, "procuraron todos poner el hombro a formar algunas caserías", pues fue en realidad un campamento minero el Asiento minero de Potosí aunque en 1561 alcanzara el título de Villa Imperial. Arzans y Vela escribía en 1737 que, tan sólo año y medio después de la fundación, tenía ya más de dos mil quinientas casas y catorce mil habitantes entre indios y españoles, pero a sus calles no se les podía llamar más que callejones por lo estrechas que eran. El virrey Francisco de Toledo trató de modificar ese estado de cosas y se ocupó en 1572 de que el centro de la ciudad se ordenara en forma de damero. Esa zona, donde estaba la plaza Mayor, se reservó para españoles y criollos y los barrios de indios quedaron al otro lado del río artificial de La Ribera. Además de la plaza Mayor hubo otra dedicada a mercado llamada del Ccatu -que significa mercado en quechua- y que los españoles llamaron del Cato. Esta plaza desapareció cuando en el espacio de ella se construyó -entre 1753 y 1773- la Casa de la Moneda.El campamento minero de Vila Rica (Duro Preto, Brasil), que recibió el título de villa en 1711, tuvo unas calles estrechas e irregulares, aunque también tuvo una plaza ante la Casa de Cámara y Cárcel. Tanto ésta como otras ciudades mineras de Brasil, situadas en terrenos escarpados, crecieron a lo largo de un camino y, con el tiempo, fueron las iglesias y los pequeños espacios urbanos creados ante ellas los que modificaron no sólo los trazados sino, sobre todo, la imagen urbana. La ciudad de Mariana, también en Minas Gerais, es una excepción ya que tuvo un trazado más regular proyectado por el ingeniero militar José Fernando Pinto Alpoim hacia 1740, pero lo normal fue la irregularidad de trazado que se puede apreciar por ejemplo en Vila Boa (Goiás Viejo) a pesar de contar, como la mayoría, con una plaza regular (aunque se debería hablar más de espacio que de plaza) ante la Casa de Cámara y Cárcel. En México fue una excepción, ya en el siglo XVIII, el Real de Minas de San Martín de Bolaños, en el que se intentó un trazado regular a pesar de estar situado en zona montañosa, pero los ejemplos citados no dejan de ser excepciones a la regla.