Época: UnidadGrecia
Inicio: Año 334 A. C.
Fin: Año 323 D.C.

Antecedente:
Alejandro y el Imperio Universal



Comentario

En efecto, Alejandro como eje de los cambios se convierte en mito, lo que no quiere decir que su figura se halle exenta de crítica. Antes bien, por eso mismo, los juicios se colocan en posiciones opuestas, siempre resaltando el carácter excepcional de su personalidad. En este plano, la versión mítica más definida es la que ha llegado a través de Diodoro de Sicilia, que le dedica prácticamente todo el libro XVII. Al parecer, esta versión, mayoritariamente recibida de Clitarco, historiador vinculado a la corte de los Lágidas en Alejandría, a donde Ptolomeo trasladó el cadáver del Rey macedónico, se encuentra en la tendencia que procuraba hacer notar que la realeza benefactora tenía carácter divino, al estilo de los dioses propios de la visión evemerista, que los consideraba grandes benefactores de la humanidad transformados en dioses. Lo mismo podría aplicarse a Alejandro e incluso a Ptolomeo Lago. Sin embargo, para Goukowsky, la teoría tenía su fundamento en la personalidad misma de Alejandro, cuya biografía, insertada en el mundo de la conquista asiática había producido unas importantes mutaciones desde la realeza macedónica hasta el despotismo orientalizante, cuyo carácter carismático necesitaba el apoyo de la identificación con la divinidad. Los síntomas se habían manifestado precisamente en Egipto, en el santuario de Zeus Amón. En ese proceso, la victoria se convierte en elemento clave para consolidarse en el poder al que se atribuye un carácter sobrehumano que heredarán los reyes helenísticos.
Paralelamente, de modo en muchas ocasiones inseparable, Alejandro es objeto de críticas basadas en su actuación violenta y en sus excesos de todo tipo. Si en algunas ocasiones se trata de descalificar un modelo negativo de Rey, en otras representa más bien un ornamento para destacar los aspectos excepcionales de una personalidad colocada en los limites de lo humano y lo divino. Sólo él es capaz de conjugar los aspectos extremos que caracterizan al héroe. Pero, curiosamente, el retrato de la imagen de Alejandro sólo se completa si se tiene en cuenta que de la misma corte de Ptolomeo surge la versión que transmiten las fuentes de Arriano para proporcionar una imagen de Alejandro como Rey sereno y reflexivo, contrapunto del tirano, modelo de otra imagen igualmente mítica del Rey macedónico. Desde el principio, Alejandro se presta a que se configuren imágenes polisémicas de su personalidad y del sentido de la misma en la realidad histórica del momento.