Época: XX8
Inicio: Año 1915
Fin: Año 1925

Antecedente:
El Jinete Azul

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

Der Blaue Reiter es el nombre de un cuadro de Kandinsky, de 1903, y el nombre también de un Almanaque que aparecería en mayo de 1912, aunque se venía preparando desde abril del año anterior. En este Almanaque, verdadero manifiesto del grupo, había ilustraciones de Pechstein, Kubin, Le Fauconnier y un personaje crucial para el movimiento, el músico Arnold Schöenberg. La música es el arte por excelencia y el modelo para los artistas de El Jinete Azul; también en ese sentido ellos se sienten herederos de una tradición profundamente alemana, que arrancaba del Romanticismo. La afinidad entre música y pintura para Kandinsky "es el punto de partida de la vía por la que la pintura, con ayuda de sus propios medios, se irá desarrollando hasta llegar a ser arte en sentido abstracto". Paradójicamente la más abstracta de las artes resulta para ellos la más apegada a la realidad. Los artistas habían luchado durante siglos por dar a la pintura un estatus semejante al de la arquitectura o la poesía; ahora ellos quieren hacer de la pintura y la literatura artes semejantes a la música, llevar a la pintura las leyes que rigen a ésta, aplicar una base común a las artes, buscando la obra de arte total. Schöenberg publicó un texto en el Almanaque, en el que explicaba cómo cada arte debe expresarse por sí misma, pero responder a esa base común.Al Almanaque se unió en 1912 otra publicación importante, el libro de Kandinsky "De lo espiritual en el arte", con lo cual este año fue crucial para los muniqueses. El libro, que tuvo varias reediciones y traducciones en el mismo año, planteaba la figura del artista como profeta y daba al arte un papel primordial, el de responsable de la revolución espiritual.La apertura del grupo no sólo incluía contactos con los franceses o la vanguardia rusa, implicaba también una absoluta libertad a la hora de pintar. No se puede hablar de un estilo propio de El Jinete Azul, porque no hay tal. Como decía Kandinsky, el problema de la forma no existe, porque el arte es ante todo una cuestión espiritual y, por tanto, la renovación no puede venir por el camino de la forma. Cada uno siguió un rumbo independiente, incluso antes de la disolución del grupo, aunque compartían ideas. Por ejemplo, en polémica con los impresionistas -punto mítico y referencia obligada siempre-, marcaron sus diferencias. En 1912 escribía Marc en la revista "PAN", como respuesta a la pregunta de quiénes se consideraban más próximos al corazón de la naturaleza, los impresionistas o los jóvenes de hoy: "Nosotros en nuestros cuadros creemos acercarnos al corazón de la naturaleza... No buscarnos y pintamos este lado interior, espiritual de la naturaleza por humor o por placer, sino porque lo vemos del mismo modo que antes se veían las sombras violetas y el éter en todas las cosas. El porqué, tanto para ellos (los impresionistas) como para nosotros, no lo podernos determinar. Es cuestión de la época".