Época: Hiroshima L2
Inicio: Año 1945
Fin: Año 1945

Antecedente:
El Japón derrotado

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

De 1945 a 1948 se imprimió al Gobierno de Japón un movimiento fuertemente reformista. Se trataba de democratizar el régimen político de un Japón sometido prácticamente desde largo tiempo a la dictadura militar y social. El SCAP se esforzó en que el Gobierno nipón adoptara y que aplicara estas reformas, con el fin de que no parecieran impuestas por la autoridad exterior. De hecho, hubo constantemente en Tokio un Gobierno japonés, aunque subordinado a la autoridad del SCAP, y desde septiembre de 1945 los partidos políticos reanudaron sus actividades; la derecha integró el Partido Liberal y el Progresista, y la izquierda democrática organizó el Partido Socialista, mientras los comunistas reorganizaron su propio partido.
En estas condiciones, se modificó la Constitución Meiji. En febrero de 1946, los funcionarios de la ocupación presentaron un proyecto que fue aprobado por el comandante supremo y por el emperador. En abril de 1946 se eligió una nueva Dieta de acuerdo con una ley electoral enmendada que aplicó el sufragio universal, votando el 72 por 100 del electorado; esta Dieta aprobó el nuevo texto de la Constitución. Promulgada en noviembre de 1946, entró en vigor en mayo de 1947.

Las formas fueron respetadas, sin que hubiera ruptura de continuidad con la Constitución Meiji, ya que las modificaciones fueron presentadas como enmiendas a esta última, aunque habían sido impuestas por las autoridades de ocupación y aportaban transformaciones fundamentales a la vida política japonesa.

La Constitución proclama que el poder soberano reside en el pueblo, y el emperador permanece a la cabeza del Estado, pero en virtud de la voluntad del pueblo, y su persona no es sagrada. Por el artículo 9, el Estado japonés renuncia a la guerra y al empleo de la fuerza, y se prohíbe el mantenimiento de las fuerzas de tierra, mar y aire, así como de todo potencial bélico. Las libertades de pensamiento, reunión, asociación, expresión, prensa, residencia y enseñanza eran formalmente garantizadas, y quedaba instituido el sufragio universal.

La Dieta es el órgano supremo del poder del Estado y está compuesta por una Cámara de Representantes y una Cámara de Consejeros; la Cámara Baja es suprema y puede derribar al Gobierno. El primer ministro debe ser designado por el Parlamento, y los miembros del Gobierno han de pertenecer a la mayoría parlamentaria. Se instituye una Corte Suprema, encargada de verificar la constitucionalidad de todas las leyes, y se da relieve al poder judicial. Los derechos de la policía fueron muy estrictamente limitados.

Además de dar una estructura más democrática al Gobierno central, la ocupación realiza también reformas en la Administración local: el gobierno de las prefecturas y otros cargos locales se hacen electivos y el poder legislativo de los gobiernos locales goza de una autoridad más amplia.

Junto a las medidas políticas son fundamentales los cambios introducidos por las reformas sociales. Estas se orientan a hacer desaparecer las secuelas del régimen anterior: liberación de todos los presos políticos y supresión de todas las organizaciones terroristas, militaristas y ultranacionalistas, con depuraciones sociales.

Seguidamente se establece sobre nuevas bases la vida social y educativa de Japón: igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos, reformas en la enseñanza y en algunos sectores religiosos, como el sintoísmo, y también reformas de carácter sindical. En cuanto a la vida cotidiana del pueblo japonés, son tiempos muy duros; unido a las consecuencias de la guerra influyen las malas cosechas; el SCAP salva al país del hambre con los suministros de cereales, pero la escasez persiste durante algunos años y aparece el mercado negro. Este sombrío panorama comienza a despejarse desde 1947, gracias a las mejoras americanas, en especial en los sectores económicos y en el dominio industrial.

Las reformas económicas son de variado tipo y persiguen tres fines: acabar con los grandes monopolios, reformar la propiedad agraria y desarrollar el movimiento sindical.

Ante todo, el SCAP emprendió el desmantelamiento de los Zaibatsu con dos leyes de 1946 y 1947 prohibiendo la acumulación de puestos directivos y las prácticas tendentes a los monopolios y la concentración de capitales, para proteger la libertad de empresa y de comercio, No obstante es un mito que la ocupación destrozara los Zaibatsu japoneses.

La reforma agraria se aprobó por una ley de la Dieta en octubre de 1946, con el fin de acabar con la explotación indirecta de la tierra, transformando todo el sistema de arrendamientos y propiedad de la misma; gracias a esta reforma los dos tercios de los campesinos japoneses llegaron a ser propietarios de sus tierras, y el 90 por 100 de las mismas se encontraba en manos de quienes las cultivaban.

La reforma sindical implicaba el restablecimiento de las organizaciones obreras prohibidas durante la guerra. Entre diciembre de 1945 y marzo de 1946 se aprobó y aplicó una ley sindical que dio existencia legal a los sindicatos obreros y aseguró el derecho de realizar alianzas entre las organizaciones gremiales, así como el derecho a la huelga. Los sindicatos crecieron rápidamente agrupados en dos grandes federaciones, sus asociados aumentaron en gran número. La aplicación de la reforma agraria, la reconstrucción y las cargas sociales afectaron a las finanzas públicas; la política financiera adoptada en estos años supuso una transformación económica a la que sucedió, a partir de 1948, una nueva política y actitud de Estados Unidos hacia Japón.

Los autores son unánimes al señalar el cambio producido en esa fecha. Lequiller habla del "giro de 1947" registrado en la política americana en Japón, debido a la degradación de las relaciones entre Moscú y Washington, con incidentes como el bloqueo de Berlín, y a los sucesos de China, donde las victorias de Mao sobre el Kuomintang llevaron a los americanos a considerar desde otra perspectiva la situación de Japón, que podía ser una importante base militar y convertirse su industria en una valiosa ayuda.

El primer signó del cambio operado se observó en mayo de 1947 en un discurso de Dean Acheson, subsecretario de Estado, en el que hablaba de convertir a Japón en el taller de Asia; en la primavera de 1948, una serie de informes de diversas misiones norteamericanas a Japón patrocinaban el establecimiento de una fuerte industria nipona y se pronunciaban en contra del traslado de la maquinaria.

Las autoridades de ocupación comenzaron a interesarse más activamente en la política económica del país. En 1949 se instituyó un programa de austeridad, bajo la dirección de J. M. Dodge, destinado a la recuperación de la economía. Como las autoridades americanas deseaban volver a poner en marcha la industria japonesa, abandonaron la lucha contra los Zaibatsu (en los que ahora veían los instrumentos eficaces de recuperación económica) y a interrumpir las entregas de material japonés a título de reparaciones de guerra. Exigieron entonces del Gobierno japonés medidas de saneamiento económico y financiero que permitieron que la producción saliera de su estancamiento; gradualmente el abastecimiento fue más abundante y el mercado negro fue desapareciendo.

Es igualmente un mito que sólo con el estallido de la guerra de Corea Estados Unidos decidiera dar marcha atrás en su política de ocupación, para comenzar a montar una industria japonesa. El cambio se inició ya en mayo de 1946, y se continuó durante 1948 y 1949. La guerra de Corea fue importante como factor acelerador del proceso, al promover la militarización de la industria japonesa, pero es evidente que la promoción norteamericana del capitalismo nipón fue anterior a junio de 1950 e iba dirigida contra el socialismo asiático.

El conflicto coreano reafirmó la posición de Japón como aliado contrarrevolucionario de Estados Unidos en Asia Oriental. Para M. Moreau, el cambio norteamericano respecto a Japón obedece a varias causas: el resurgimiento de la producción industrial, debido a las enormes tareas de reconstrucción; la concesión norteamericana de importantes créditos a Japón, destinados a reconstruir las industrias pacíficas y a satisfacer sus necesidades. Decisiva también fue la guerra de Corea, que estalló, como se ha indicado, en junio de 1950. Las operaciones militares después de la retirada de los coreanos del sur, en el verano de 1950, obligaron a Estados Unidos a utilizar a Japón al máximo, tanto desde el punto de vista económico como estratégico, lo que tuvo unas inmediatas y trascendentes consecuencias tanto económicas como políticas.

Las principales consecuencias en el plano económico fueron, entre noviembre y diciembre de 1950, la supresión de las limitaciones a la actividad industrial, la autorización para reagrupar las pequeñas empresas y la adaptación por el Gobierno japonés de su política comercial a la de Estados Unidos y los países occidentales.

Y en el plano político-diplomático, el 8 de septiembre de 1951 se firmó el tratado de paz de San Francisco, por el que Estados Unidos y sus aliados normalizaron sus relaciones con Japón. Este tratado fue firmado entre Japón y cuarenta y ocho naciones; tres países de los que concurrieron a la conferencia de paz -URSS, Checoslovaquia y Polonia- se negaron a suscribirlo, India y Birmania no asistieron y concertaron tratados particulares.

El tratado, en gran parte de origen norteamericano, fue un acto de reconciliación, según Tiedemann. Los japoneses, que aceptaron los cambios territoriales realizados por los aliados, permitieron la tutela norteamericana sobre Okinawa y las islas Bonin. El mismo día en que se firmó el tratado de paz, Estado Unidos y Japón establecieron otro de seguridad que autorizaba a los norteamericanos a situar tropas en Japón, y se obligaba a defenderlo.

En octubre de 1951, la Dieta japonesa ratificó los tratados de paz y de seguridad y el 28 de abril de 1952, con el fin de la ocupación la evacuación del archipiélago -con excepción de la prefectura de Kagoshima, donde Estados Unidos mantiene una base militar, las islas Ryu-Kyu, cuya situación queda indeterminada-, Japón recobró plenamente su soberanía e independencia.