Época: Hiroshima L3
Inicio: Año 1942
Fin: Año 1945

Antecedente:
La batalla de Midway

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

El enérgico y animoso Nimitz tuvo en los últimos días de mayo de 1942 la mejor racha de buena suerte que pueda desear un almirante. Conocía los planes del enemigo, con lo que había reforzado Midway con todo cuanto tenía y podía situar a su flota en la mejor posición para infligir un duro castigo a los japoneses, pese a contar sólo con dos portaaviones.
El mar se puso también de su parte: el portaaviones Yorktown, tocado superficialmente por dos bombas japonesas y alcanzado de lleno por otra que le destrozó cuatro cubiertas durante la batalla del Mar del Coral, navegaba con dificultades, perdiendo combustible, pero tuvo la suerte de hallar un mar en calma que le permitió llegar a Pearl Harbor el 26 de mayo por la tarde.

Tenía para tres meses de reparaciones, pero Nimitz ordenó tapar las vías de agua provisionalmente, reparar las cubiertas lo mejor posible y ponerle en servicio -aunque no fuera al cien por cien de su capacidad- en tres días.

Así el grupo de combate 16 se hizo a la mar el 29 de mayo y le siguió el 17, un día después. Todo lo contrario les ocurrió a los japoneses, que por las adversas condiciones marítimas no consiguieron situar la pantalla de submarinos hasta el 31 de mayo, con lo que la flota japonesa no se enteró de que los norteamericanos ya estaban en el mar.

El 3 de junio, en vísperas de iniciarse la batalla, los grupos de combate 16 y 17 se hallaban al norte de Midway, fuera del radio de acción de los aviones japoneses. Mientras, los aparatos de Midway escudriñaban hora tras hora el mar en busca de la flota de Yamamoto.

Y la encontraron. Varios PBY de largo radio de acción avistaron la escuadra de ocupación y apoyo del almirante Kondo entre las 9 y las 11 de la mañana del día 3, cuando se hallaban a unas 700 millas de la isla.

Por la tarde, poco después de las 4,30, nueve bombarderos B-17 de Midway atacaban a la flota de transporte sin lograr un solo blanco, y ya en la madrugada del día 4, aprovechando la luz de la luna, un grupo de torpederos volvía a atacar al convoy afectado, averiando ligeramente a un petrolero.

Estos ataques debieron poner sobre aviso a toda la flota japonesa. El objetivo les estaba esperando. Pero Yamamoto, que recibió la información, no alertó a Nagumo. Seguía prevaleciendo el secreto -que ya no lo era- sobre la eficacia.

Sin embargo, el hallazgo había desconcertado a los norteamericanos, que creyeron haber encontrado a los portaaviones de Nagumo en un lugar muy diferente al que esperaban. Necesitarían más golpes de suerte ese día para alcanzar su increíble victoria.

A las 4.30 del día 4, poco antes del amanecer, la flota de Nagumo se hallaba a 240 millas de Midway. El almirante ordenó que comenzase el ataque contra la isla. En la primera oleada salieron 108 aparatos (36 bombarderos en picado, 36 bombarderos en vuelo horizontal y 36 cazas) con la misión de machacar los aeropuertos y destruir su aviación.

Los japoneses fueron localizados por un aparato de observación a las 5,40, cuando se hallaban a 150 millas de Midway. Minutos después otro avión de reconocimiento norteamericano descubría a los portaaviones de Nagumo, aunque se equivocó al señalar su posición a 180 millas de la isla cuando, en realidad, estaban a 220.

Ya no iban a ciegas los portaaviones norteamericanos. Ahora sabían dónde se hallaba la flota de desembarco y, aproximadamente, dónde estaban los portaaviones japoneses. Además, Nagumo había soltado la mitad de su poderío aéreo sobre la isla.