Comentario
Será a partir del verano de 1942 cuando el Proyecto Manhattan se ponga realmente en marcha: se procede a la construcción de fábricas de enriquecimiento de uranio en Tennessee, mientras que la producción de plutonio se efectúa en una región del río Columbia. El centro fundamental de actividades se sitúa en Los Alamos, en el Estado de Nuevo México, en lo que fue denominado campo de concentración de sabios, que los científicos empleados se comprometieron a no abandonar hasta seis meses después de haber finalizado el conflicto. Un jefe militar, Leslie R. Groves, es nombrado coordinador general del proyecto y encarga al físico norteamericano formado en Alemania Robert Oppenheimer la planificación de las acciones concretas a realizar, siempre dentro del más absoluto secreto.
El desarrollo de los acontecimientos haría posible que el Proyecto Manhattan se elevase a un primer plano de importancia para el Gobierno de Washington. De hecho, la guerra actuó como el agente fundamental en el progreso de la investigación sobre la energía atómica en una medida determinante. El Proyecto reunía junto a un amplio grupo de científicos seleccionados de entre los más cualificados de la época a unas ciento cincuenta mil personas que participaron en sus realizaciónes prácticas. Las cantidades asignadas al mismo revelan la importancia que le había sido otorgada: al final de la guerra contaba con un presupuesto superior a los dos mil millones de dólares. Ello haría posible que en el plazo de tres años fuesen producidas dos clases de bombas atómicas, las que contaban con un detonante de uranio y las que lo tenían fabricado en plutonio.
El desierto del Alamo Gordo, asimismo en el Estado de Nuevo México, sería el escenario de la primera prueba efectuada con estas nuevas armas. A las 5.30 horas del día 16 de julio de 1945 se llevó a efecto la explosión de una bomba de fisión. El reducido grupo de conmovidos espectadores presentes en el acto tenía clara conciencia en aquel momento de que el mundo penetraba en una nueva etapa de su Historia: la Era Atómica. La comprobación material del éxito obtenido con el terrible instrumento hizo posible que los responsables de Washington pudiesen enviar al Presidente Truman, reunido por entonces en Potsdam con sus aliados británico y soviético, el telegrama cuyo texto se haría célebre: "El niño ha nacido bien". Ahora, solamente quedaba por decidir la crucial cuestión de una posible utilización contra Japón, cuya dura resistencia todavía no hacía prever un inmediato derrumbamiento.