Época: Prehistoria
Inicio: Año 1640000 A. C.
Fin: Año 2002

Antecedente:
El Cuaternario



Comentario

Las oscilaciones climáticas sufridas por el hemisferio norte causaron fuertes modificaciones en los paisajes de Europa durante el Cuaternario. Si pensamos que el Holoceno sólo es un Interglacial, podemos utilizarlo como ejemplo de mosaico de ecosistemas en una fase templada. Pero durante una glaciación el medio ambiente cambiaba radicalmente. Enormes inlandsis se instalaban en el norte de Europa y en las montañas más altas, enfriando la temperatura global del planeta y originando fuertes descensos del nivel del mar debido a la cantidad de agua inmovilizada en los glaciares. En el máximo de la última glaciación, hace unos 20.000 años, se estima que el mar descendió más de 100 metros, modificando por completo las costas europeas y creando extensos puentes de tierra hoy en día sumergidos por la subida del nivel marino que siguió a la última deglaciación.
Cuando los glaciares ocupaban las zonas altas, se generaban a su alrededor amplias zonas de tundra y enormes estepas loéssicas. Los bosques templados y los restantes biotopos actuales se redujeron de tamaño o quedaron relegados a zonas meridionales. La posición de la Península Ibérica, aunque modulada por su enérgico relieve, pudo servir de refugio en este sentido tanto a las especies animales como vegetales, que de este modo respondían a las crisis climáticas. Esta presión selectiva fue provocando una evolución de las faunas pleistocenas que, junto a otras escalas como el paleomagnetismo, permiten distinguir entre Pleistoceno Inferior (hasta hace 700.000 años), Medio (hasta el 128.000 B.P.) y Superior (hasta el Holoceno).

En este mundo cambiante tuvo que subsistir el hombre una vez que abandonó África. Según los datos obtenidos de los análisis faunísticos, polínicos y sedimentológicos, la Europa de las glaciaciones estaba poblada por grandes conjuntos de animales dependientes de los distintos ecosistemas. En las llanuras herbáceas pastaban rebaños de grandes herbívoros como caballos, uros, rinocerontes o bisontes; en las zonas boscosas templadas abundaban los cérvidos; en los roquedos se encontraban cabras salvajes y rebecos; en las zonas frías, que apenas aparecen en la Península Ibérica, habitaban los mamuts, los rinocerontes lanudos y los renos. A estos conjuntos hay que añadir un considerable grupo de predadores, compuesto por leones, leopardos, hienas, lobos y osos. Las diferentes formas de explotar todos estos biotopos y sus diferentes recursos es uno de los mejores reflejos de la evolución cultural a lo largo de la Prehistoria.