Época: Periodo prerromano
Inicio: Año 750 A. C.
Fin: Año 200 D.C.

Antecedente:
Las colonizaciones fenicia, griega y púnica en la P. Ibérica
Siguientes:
Los asentamientos fenicios



Comentario

Existe una clara inadecuación entre las fechas de las tradiciones literarias y los materiales obtenidos de las excavaciones arqueológicas. Los textos bíblicos del Antiguo Testamento hablan de navegaciones en el siglo X a.C. De fecha también temprana son las referencias en la narración egipcia del viaje de Ounamon y las estelas de los emperadores asirios (siglo IX a.C.), mientras que los textos de los autores griegos y romanos sitúan la fundación de Gadir, Lixus y Utica en torno al 1100 a.C. Estas fechas no se corresponden con los datos de la arqueología: en Chipre los objetos fenicios más antiguos son del siglo XI a.C., en Malta las tumbas más antiguas se fechan en la segunda mitad del siglo VIII, mientras que en Cartago los materiales del Santuario de Tanit no van más allá del siglo VIII a.C.; los materiales de Lixus rondan el siglo V y los de Mogador el siglo VII; las necrópolis de la región de Tánger se fechan en el siglo VIII a.C., al igual que las excavaciones de Motya en Sicilia; en Cerdeña las fechas de los hallazgos arqueológicos se sitúan entre finales del siglo IX y comienzos del VIII, mientras que para la Península Ibérica los datos no van más allá del siglo VIII a.C.
En la fecha de 1100 a.C. en que las fuentes literarias sitúan la supuesta fundación de Gadir, las ciudades fenicias tienen un grado de desarrollo que difícilmente permite organizar una empresa de tal magnitud como la colonización, ya que utilizan todavía un sistema de intercambio basado en la reciprocidad, más cercano a los modelos de premercado. Hasta el reinado de Hiram I (970-936 a.C.) Tiro no se convierte en potencia política y naval, produciéndose en ese momento unas condiciones favorables para iniciar la empresa de expansión hacia el oeste: interrupción del comercio fenicio con el Mar Rojo hacia el 850 a.C. con la consiguiente dificultad de acceso a las fuentes de materias primas en el continente asiático y el cambio de orientación del mercado y de la demanda -plata, cobre, estaño y hierro en sustitución de oro, piedras preciosas y marfil. Junto a ello se detecta una importante escasez de tierra cultivable, unida a una creciente presión demográfica (siglos XII a VIII a.C.), todo lo cual encaja perfectamente con los datos de la arqueología: desde mediados del siglo IX a.C. las naves de Tiro frecuentan el Egeo y acaso también el Mediterráneo central, siendo la primera colonia de Tiro en ultramar Kition (Chipre) de mediados del siglo IX a.C., para controlar la producción y el comercio de cobre y servir de cabeza de puente en la expansión fenicia hacia Occidente. A lo largo de este proceso los fenicios abastecieron a los territorios orientales bajo hegemonía de los asirios de una serie de productos manufacturados y materias primas, fundamentalmente plata, cobre, oro y hierro de la Península Ibérica. Este carácter de intermediario del comercio fenicio aparece en las fuentes antiguas (Ezequiel, Heródoto, Diodoro y Flavio Josefo, por ejemplo).

Junto a las factorías de la costa, que realizan fundamentalmente una función comercial, encontramos la llegada de población con visos presumiblemente agrícolas y una cierta organización territorial. Pero esta situación no es única en el Mediterráneo, pues los fenicios occidentales muestran una clara tendencia a la expansión territorial (Cerdeña) o claras preocupaciones agrícolas (Sicilia). En la Península ibérica parece que puede hablarse de una penetración fenicia a lo largo del valle del Guadalquivir hacia las fértiles tierras de la región de Sevilla. No hay razón para pensar que los fenicios de la Península Ibérica no tuvieran las mismas preocupaciones agrícolas que los de Africa, Cerdeña y Sicilia.

También se ha aducido como causa de la expansión fenicia hacia Occidente la presión tributaria que ejerce Asiria sobre las ciudades fenicias. Pero recientes investigaciones parecen demostrar que las ciudades fenicias obtuvieron un trato de favor, una relación comercial preferente y unas ventajas comerciales que no tuvieron otros centros dependientes de Asiria. Tiro, aunque pagó tributo a los reyes asirios, conservó su autonomía política y sólo a partir de Senaquerib (704-681 a.C.) sintió verdaderamente la presión asiria y en el momento en que las ciudades fenicias se convierten en provincia asiria las colonias de Occidente hacía ya tiempo que habían sido establecidas. Además esta presión tributaria, lejos de dar lugar a una crisis, estimuló las relaciones comerciales hacia el Mediterráneo.