Comentario
A partir de la Edad del Bronce el nivel técnico de las explotaciones agrarias había dado un gran avance y la agricultura era la base de la economía en la España ibérica.
El importante desarrollo histórico de estas poblaciones a lo largo de los siglo IV y III a. C. tiene mucho que ver con los medios de producción aplicados a la agricultura, en especial con los elementos tecnológicos. Tradicionalmente se había considerado que los instrumentos más avanzados utilizados para las labores agrícolas de la zona ibera eran debidos a los romanos, pero los trabajos realizados en este campo por Pla Ballester demuestran que los instrumentos de trabajo de hierro utilizados en plena época ibérica son los mismos que vamos a ver usando a estas poblaciones en época romana. En el poblado ibérico de la Bastida de Mogente (Valencia), destruido en la segunda mitad del siglo IV a. C., Pla Ballester ha hallado instrumentos de hierro para trabajar en sectores de producción muy diversos: agricultura, construcción, cantería, trabajos de la madera, de la piel, etc., con una gran variedad de instrumentos.
Es frecuente la presencia de rejas de arado en los poblados de la segunda mitad del siglo IV a. C., así como layas o palas de hierro, cucharas de sembrador, escardillas (azadas), podaderas y hoces.
Los productos más importantes del área ibera son los cereales, especialmente abundantes en la zona de Santo y en general en todo el área ibera, el olivo, traído a estas tierras por los fenicios y los cartagineses, y la vid, cuyo cultivo podemos situar a partir del siglo IV a. C. Parece ser que los frutales se cultivaban en todo el área ibérica, al igual que las hortalizas, algunas de las cuales merecen la cita de Plinio, como las que se cultivaban en Cartagena y Córdoba. También tenemos noticias del cultivo de palmeras, introducidas por los cartagineses, e higueras y han aparecido almendras en Baza en tumbas del siglo IV a. C. Entre las plantas textiles por los datos de las fuentes escritas sabemos que se cultivaban el lino, siendo muy famoso el de Tarraco (Tarragona) y Saetabi (Játiva), y el esparto, que se cultivaba sobre todo en el Sudeste de España. Presedo piensa que el lino se trabajaría con un sistema muy parecido al que Plinio describe para el esparto, pues la descripción que hace Plinio del trabajo del esparto se parece mucho al método empleado para el trabajo del lino en Galicia: se sembraba la semilla y se recogía en el mes de junio. Una vez quitada la linaza, se ataban pequeños manojos y se sumergía en agua durante una semana, se secaba al sol y se metía en un horno de temperatura no muy alta. Finalmente se "tascaba", cardaba, hilaba y tejía.
Las zonas más ricas en general debían ser las vegas de los ríos Ebro, Segura y Guadalquivir. Debió tener también gran importancia la explotación de los bosques, pues las masas forestales del sur de Sierra Nevada serían para Schüle uno de los mayores atractivos de la costa sur de España para los colonizadores mediterráneos. No tenemos noticias de ello, pero, sin duda, los cartagineses debieron encontrar en España la madera y la pez que necesitaban para los barcos de su flota y de su comercio.
Nos queda, todavía, una pregunta por resolver: ¿quiénes eran los propietarios de la tierra? Arribas y Vigil hacen referencia a la existencia de grandes terratenientes entre los iberos, mientras Maluquer propugna la existencia de una posesión individualizada por familias entre los iberos. Para el Alto Guadalquivir A. Ruiz y M. Molinos, aun sin decidirse claramente, parece que quieren ver un tipo de propiedad mixta, es decir, propiedad individual o familiar, en su caso, junto al oppidum, núcleo urbano-comunidad, como unidad de producción, a partir del texto de Tito Livio (28, 3, 4) donde se dice que algunas ciudades como Oringis contaban con sus propios campos, encontrando un caso semejante en la Torre Lascutana, cuando se permite a sus habitantes seguir manteniendo en usufructo las tierras que ya tenían como tales, pero cuya propiedad era del oppidum de Hasta Regia.
En lo referente a la minería compartimos plenamente la opinión de Presedo de que es muy probable que toda la historia de la España antigua, desde el Bronce hasta Augusto, esté determinada por la abundancia de metales, su búsqueda y explotación por los pueblos del Mediterráneo oriental primero y por Roma después.
Ya en época de predominio de Tartessos la explotación de los minerales estaba bastante desarrollada en el sur de España. En época ibérica se acrecentó la importancia, al añadirse ahora el empleo masivo del hierro a los metales tradicionales. El hierro aparece por primera vez en la Turdetania hacia el 700 a. C., desplazándose su uso hacia el norte y el este, fabricándose en este metal la mayor parte de los utensilios dedicados a la producción, así como las armas. Si hacemos caso a las fuentes antiguas greco-romanas, los yacimientos más importantes de mineral de hierro en esta época estaban en Bilbilis (Calatayud) y Turiasso (Tarazona), es decir, en el valle medio del Ebro, aunque también se extraía entre los bergistanos en Cataluña y en numerosos yacimientos se han encontrado restos de escorias de mineral de hierro de época ibérica.
Pero hay en el área ibérica otras zonas y otros minerales que son objeto de explotación en época ibérica antes de la llegada de los cartagineses, que se siguen explotando, incluso aumentando la producción, con los cartagineses y que no se dejan de explotar por los romanos, una vez conquistada la zona.
El territorio de los oretanos es una zona minera de gran importancia con dos centros mineros por excelencia, Sisapo (Almadén) y Cástulo (cerca de Linares). En época ibera se obtenían los metales de plomo y plata, aunque, cuando realmente se aceleró la producción, fue con la llegada primero de los cartagineses y luego de los romanos. Los datos de Plinio y los estudios de G. Tamain y C. Domergue al respecto son concluyentes.
Con la llegada de los cartagineses se intensificó la producción española de plata, utilizando nuevas técnicas aprendidas de los atenienses, y se desplazó la actividad minera de la plata hacia el Este. Se abandonan, al parecer, las explotaciones de la región de Huelva, pero se continúan explotando los yacimientos de Linares y, sobre todo, se realizan grandes explotaciones en la zona de Cartagena, donde tenemos noticias de que en la época de dominio cartaginés trabajaban 40.000 indígenas en la extracción de la galena argentífera.
Otros metales que se siguen explotando son el cobre de la zona de Cástulo, el oro de las minas de Sierra Nevada y el que se beneficia en los ríos que arrastran arenas auríferas (Genil y Darro), el minio, cuyo centro principal es Sisapo (Almadén) y del que Teofrasto nos habla en el siglo IV a.de C., y el plomo que se explota juntamente con la plata y que debió emplearse en abundancia, pues restos se han hallado con frecuencia en las excavaciones a partir del siglo IV.
Por lo que se refiere a los medios de producción es importante resaltar el conocimiento para esta época y en este área ibera del tornillo de Arquímedes, así como hornos de fundido con ventilación (Estrabón, 3, 2, 8-11).
En cuanto a las unidades de producción, también aquí parece que se puede hablar de la dualidad entre oppidum y familia, al menos para el área del Sur peninsular. En las casas del poblado minero de Riotinto A. Blanco ha encontrado escorias repartidas por el interior de las casas y no en grandes montones, como sucede en época romana, por lo que piensa que la producción no se realizaba en grandes establecimientos, sino que estaba repartida entre los habitantes del poblado con el carácter de pequeña industria doméstica. Por otra parte la ausencia de lucernas y trabajos de profundidad en época prerromana en las explotaciones de cobre demuestran que estas explotaciones a flor de tierra pudieron perfectamente ser explotadas por una sola familia. Junto a ello encontramos la especialización que se ha descubierto en los restos de mineral para algunos de los oppida. Se trataría, según A. Ruiz y M. Molinos, de la especialización de ciudades en determinados productos.
Lo que no está claro para la época ibérica es la propiedad de las minas, si pertenecían a propietarios privados o tenían carácter de públicas.