Época: Almorávides
Inicio: Año 1086
Fin: Año 1146

Antecedente:
Ideología guerrera y ortodoxa



Comentario

Hay que resaltar que la forma de profesar el Islam las poblaciones del Magreb al-Aqsa fue, en los primeros siglos bastante superficial, que se limitaba al mero conocimiento de las fórmulas rituales, mezclada, en muchos casos, con creencias paganas y herejías. Este estado de precariedad llevó al jefe de la tribu Yudala, Yahya ibn Ibrahim, que había peregrinado a La Meca hacia el año 1035, a detenerse en Qairuán (Túnez) y pedir a su Imam, Abu Imran al-Fasi, que designara a un alfaquí para educar a sus gentes en la verdadera fe y obras islámicas. Tras varias deliberaciones se eligió a Abdallah ibn Yasin, un joven alfaquí sanhaya, a quien las fuentes antiguas no reconocen gran sabiduría de las leyes y preceptos coránicos, pero todas le atribuyen personalidad, astucia y ambiciones políticas que le permitieron formar, hacia el año 1048, un movimiento religioso y una poderosa confederación entre los malikíes de etnia sinhaya de las tribus Banu Warit, Yudala y Lamtuna. Los objetivos del movimiento de Ibn Yasin eran: propagar la verdad, reprimir la injusticia y abolir los impuestos ilegales. Para cumplirlos, Abdallah ibn Yasin actuó como Imam y alfaquí muy severo y rígido, impulsor de un espíritu de reforma social muy estricto: ordenaba la guerra contra los heterodoxos, imponía sus opiniones legales, prohibía las bebidas alcohólicas y tener más de cuatro mujeres, castigaba con gran severidad al fornicador, al ladrón y al que descuidaba la oración; además recaudaba los impuestos legales y repartía el botín. En el 1054, al cabo de tres días de dura batalla contra una tribu no islámica, Abdallah ilm Yasin bautizó a sus fuerzas con el nombre de los murabitun o almorávides: "por su gran resistencia y su hermoso valor", como escribió el historiador musulmán Ibn-Idari en su gran obra historiográfica al-Bayan al-Mugrib fi Ajbar al-Magreb, al referirse al origen del movimiento bereber; Abdallah ibn Yasin les había dado este nombre por su resistencia en las penalidades de la guerra y no por haberse instruido en un ribat, como se viene tradicionalmente repitiendo. Fue más tarde, tras el contacto con los cristianos, cuando se desarrolló al-ribat con su carácter monástico y militar.Pese a excederse en sus atribuciones y a que su vida privada se alejaba de los preceptos que imponía -se conocían su inmoderada afición a las mujeres y su codicia-, lo que le supuso el rechazo de algunos alfaquíes, Ibn Yasin (m. 1059) logró dar a su movimiento un fuerte impulso reformador. Eliminó la tibieza religiosa y la heterodoxia y logró unificar el Magreb al-Aqsa con la ayuda de dos jefes de la tribu Lamtuna: Abu Bakr b. Umar y su primo Abu Ya'kub Yusuf ibn Tasufin.Estos dos hombres consolidaron el movimiento almorávide. El primero, tras conquistar Siyilmasa, el valle del Sus, la ciudad de Agmat y poner la primera piedra de la ciudad de Marrakech, en el 1068-69, volvió su atención hacia el Sudán y el África Negra, introduciendo el Islam en aquellas regiones. También aseguró los logros económicos conseguidos por su confederación: el control de las rutas caravaneras de la sal de Aulil y del oro de Gana.El segundo, Yusuf ibn Tasufín, a instancias de Abu Bakr, se ocupó principalmente del avance hacia el Noroeste de Marruecos, conquistando Fez, Tremecén, Orán, Argel, Ceuta y, sobre todo, la Península Ibérica. Él fundó la primera dinastía bereber, nombrando a su hijo Alí heredero del trono en al-Magrib al-Aqsa y al-Andalus, designando Marrakech como capital y Córdoba como centro principal en la provincia.