Comentario
Muchas fueron las construcciones militares de los almohades, tanto en el Norte de África como en al-Andalus. En el Magreb destacan las murallas que alzaron en Marrakech y en Rabat, donde abrieron arcos monumentales, algunos de los cuales tienen varios recodos. Los almohades generalizan la gran entrada en recodo, defendida por un muro avanzado, de donde se accede a un patio, desde el cual se entra al recinto por otra puerta que en muro frontero se coloca a escuadra de la primera. En al-Andalus destacan fortificaciones almohades construidas o reconstruidas en el Algarve y en Extremadura. Una de sus obras más espléndida es la Alcazaba de Badajoz, modernamente excavada por Fernando Valdés. Según el cronista almohade Ibn Sahib al-Sala, el segundo califa de aquella dinastía, Abu Yaqub "defendió Badajoz contra los infieles, construyó su alcazaba, imponente e inaccesible, con entrada del agua desde el río, cortando la esperanza de los infieles de apoderarse de ella, pues la llenó de máquinas, provisiones, armas y hombres escogidos".También el califa Abu Yaqub, según el mismo cronista Ibn Sahib al-Sala, "construyó en Sevilla la alcazaba de dentro y la de fuera, al exterior de la Puerta de al-Kuhl".En las fortificaciones almohades son una característica defensa de los lugares débiles las torres albarranas, unidas a la muralla por un arco o por un muro alto que deja paso a sus pies por la barbacana. La torre poligonal fue también usadísima en al-Andalus en este período, como se aprecia en algunas que aún subsisten: una en la cerca de Cáceres, tres en la de Ecija. Ochavada y albarrana es la de Espantaperros, en la alcazaba de Badajoz. La más monumental es la Torre del Oro sevillana, alzada en 1220-21, conclusión de cerca que, desde el Alcázar, protegía el acceso al río.