Comentario
La hostilidad hacia Roma se propagó por todo el mundo helenístico, tras la destrucción de Macedonia, alimentada principalmente por etolios y seléucidas. La propaganda antirromana se recoge en los Oráculos Sibilinos en los que se vaticinaba una vuelta ofensiva y victoriosa de Asia contra Roma. El mismo Polibio no puede obviar la perplejidad así como las tensiones que el ejercicio romano del poder suscitó en Grecia. La política del terror iniciada por Roma en el 167 y que llevó a la destrucción de Macedonia y posteriormente a la eliminación de Cartago y Numancia, situaban a Roma ante la opinión del mundo helenístico fuera de toda legitimidad política.
En este contexto, se explican las luchas que condujeron a la destrucción de Corinto y que fueron motivadas por las tensiones sociales y políticas que sacudían a Grecia en esta época. También resulta significativo de este clima de inestabilidad el que pocos años después de la muerte de Perseo, un tal Andrisco, que se proclamaba hijo del anterior, consiguiera con toda facilidad el apoyo de toda la Tracia y lograra derrotar, con la misma facilidad, a los ejércitos romanos en dos ocasiones. El apoyo popular conseguido por Andrisco debió de ser una de las razones que indujeron a Roma, tras la derrota de éste, a convertir a Macedonia en provincia romana.
Los hechos que condujeron a la destrucción de Corinto y al fin de la libertad griega, nos son conocidos a través de Polibio y Pausanias. En su origen fueron motivados, una vez más, por los conflictos entre Esparta y la Liga Aquea. El Senado romano exigió en el 147 a través de una embajada, que fueran declaradas libres de la estructura federal no sólo Esparta, sino otras ciudades no aqueas, como Corinto, Argos, Orcómeno y Heraclea Trachinia. Esta exigencia demostraba a los griegos que el Senado pretendía desmembrar la Liga Aquea, como ya lo había hecho con la Liga Etolia después del 167 a.C. La reacción de los aqueos fue de desobediencia a Roma y de enorme violencia. El movimiento antirromano se difundió con gran rapidez en las otras ciudades griegas: se abolían las deudas, se prometía la división de la tierra... y la revuelta amenazaba convertirse en un movimiento social en el que se conjugaban factores político-patrióticos y económicos.
Los aqueos se atrajeron a su causa a Beocia, Eubea y, tal vez, a los focenses y locrios. Critolao fue elegido estratega de la Liga y dirigió la primera batalla contra el ejército romano comandado por Cecilio Metelo. Dice Polibio que cuando Cecilio Metelo se presentó ante la asamblea de la Liga -antes de la batalla- con el fin de restablecer la concordia, Critolao le respondió que "los aqueos deseaban encontrar en los romanos amigos y no patronos". Las operaciones continuaron, tras la muerte de Critolao en la batalla de Escarfea (al este de las Termópilas) con el nuevo estratega Dico y L. Mummio al frente del ejército romano. Este último forzó el paso del Istmo en Leucoptera y ocupó Corinto. La Liga fue disuelta, la ciudad saqueada e incendiada y sus habitantes convertidos en esclavos. El saqueo y destrucción de Corinto es considerado uno de los crímenes menos justificables cometidos por los romanos, como no fuera el deseo de aplicar una medida ejemplar a través del terror. Táctica que el mismo año fue aplicada en Cartago. Los dos acontecimientos van ligados y obedecen a la misma implacable política romana de mediados del siglo II a.C.
Los griegos que habían combatido contra Roma quedaron sujetos a la autoridad del gobernador de Macedonia. No obstante, no fueron destacadas guarniciones militares en su suelo, aúnque se les obligó al pago de un tributo. Grecia perdió su soberanía y libertad medio siglo después de la declaración de Flaminio.