Época: Castilla Baja Edad Media
Inicio: Año 1406
Fin: Año 1474

Antecedente:
La sociedad castellana: luchas internas

(C) Julio Valdeón Baruque



Comentario

La atención a los necesitados se realizaba en la Edad Media desde los supuestos de la beneficencia. Esta se plasmó básicamente en la erección de hospitales, en los cuales se procuraba ofrecer a los acogidos cuidados materiales, pero también asistencia espiritual. Los hospitales de la época medieval desempeñaban una triple función: atendían enfermos; actuaban como asilos, recogiendo a los menesterosos y funcionaban asimismo como hospederías, pues daban cobijo temporal a peregrinos y viajeros de condición modesta. La mayor parte de los hospitales medievales era de fundación eclesiástica, aunque también los había, particularmente a lo largo de la ruta jacobea, de creación regia.
En los dos últimos siglos de la Edad Media, no obstante, se produjeron importantes novedades en el terreno hospitalario. Por de pronto se crearon numerosos centros nuevos. Sólo en Madrid se fundaron, en el transcurso del siglo XIV, nueve hospitales. Uno de ellos se llamaba, muy expresivamente, de los pestosos, lo que pone de relieve la estrecha conexión con las epidemias que se propagaron durante el citado siglo. En Sevilla, como consecuencia de la peste de landre de 1383, surgió el hospital de San Cosme y San Damián, conocido popularmente como de las bubas.

Recordemos, entre otros, el hospital de Santiago, de Vitoria, que fue posible gracias a la magnanimidad del noble Fernán Pérez de Ayala o el de Santa María de la Piedad, en Medina del Campo, fundado por el obispo Lope Barrientos. Pero quizá lo más significativo de cuanto ocurrió en los siglos XIV y XV en materia de hospitales fue la proliferación de los erigidos por gremios y cofradías. El hospital sevillano de San Bernardo fue creado por la hermandad del mismo nombre y la cofradía de Santa Margarita fue la fundadora de un hospital en Salamanca. El famoso hospital de las Cinco Llagas, en Astorga, procedía de la fusión de cinco cofradías, cada una de las cuales había tenido su propio centro hospitalario.

Paralelamente se observan, en los hospitales de fines de la Edad Media, dos notas distintivas muy singulares. Por una parte nos encontramos con un mínimo de especialización: centros para apestosos, para dementes, para mujeres perdidas, para peregrinos, etcétera. Pero al mismo tiempo avanza, por más que de forma tímida, la tendencia secularizadora.

Síntomas de la misma fueron la creciente preocupación mostrada por las autoridades municipales en las instituciones caritativas, pero también el papel, cada día más notorio, de los propios reyes en la administración de los centros hospitalarios.