Época: Prehistoria Balear
Inicio: Año 900 A. C.
Fin: Año 100 D.C.

Siguientes:
Navetas y talaiots
Los poblados
Edificios de carácter cultual
Los santuarios mallorquines
Arquitectura funeraria
La metalurgia prehistórica de las Islas Baleares

(C) Manuel Fernández-Miranda



Comentario

La cultura talayótica se desarrolló en las dos islas mayores del archipiélago balear, Mallorca y Menorca, las que los historiadores y geógrafos de la antigüedad clásica bautizaron con el nombre de Baleares, en contraposición a Ibiza y Formentera, que eran conocidas con el nombre de Islas Pitiusas. Esta distinción arranca, sin duda, de la constatación de sustratos culturales diferentes que se plasmaron, entre otras cosas, en el desarrollo de una serie de construcciones muy características que, por su aspecto colosal, han sido definidas como megalíticas o ciclópeas. Tanto en Mallorca como en Menorca se reproducen manifestaciones arquitectónicas singulares, que conectan entre sí a ambas islas, pero también aparecen elementos similares que las distinguen. La cultura talayótica abarca a las dos pero cada una de ellas conoció un desarrollo histórico independiente y con indudable personalidad, que se concreta en la aparición de monumentos específicos, como puede ser el caso de las taulas menorquinas.
La cultura talayótica aparece en Mallorca hacia los años centrales del segundo milenio y quizá un poco después en la isla de Menorca. Los arqueólogos han acuñado el término pretalayótico para designar al período cultural que precede a aquella desde que se conocen los primeros edificios levantados mediante lajas o sillares de piedra, aproximadamente a partir del año 2000 a. C. Sin embargo, el poblamiento inicial de las islas es más antiguo, con pruebas convincentes en el caso de Mallorca donde se conocen indicios de ocupación humana desde el quinto milenio a. C. La cultura talayótica se divide en dos grandes períodos. El más antiguo abarca aproximadamente hasta el siglo VIII a. C. y se caracteriza por la aparición de los talaiots y las primeras aglomeraciones de población de cierta entidad.

En la siguiente fase se levantan los grandes poblados, aparecen las necrópolis complejas y se construyen santuarios. Coincide este período con la aparición de la metalurgia del hierro, el desarrollo de la escultura figurativa y la intensificación de los contactos externos, en particular a través de la colonia púnica de Ibiza. La conquista romana de las Islas Baleares en 123 a. C. no significa la desaparición de la cultura indígena, aunque sí experimenta ésta un proceso progresivo de transformación, adoptando formas culturales característicamente romanas. Con el cambio de Era la romanización parece un hecho efectivo, si bien determinadas manifestaciones autóctonas perduran todavía algún tiempo, así como la utilización de los poblados talayóticos, algunos de los cuales son ocupados casi sin interrupción hasta época islámica. La arquitectura prehistórica de Mallorca y Menorca tiene una gran personalidad, que la distingue con claridad de otras formas constructivas mediterráneas, si bien guarda algunas similitudes estructurales con la que se desarrolla en las vecinas islas de Córcega y Cerdeña.