Comentario
En un número reducido de castros existen unas construcciones de carácter monumental, con horno, que cuentan con unas grandes losas dotadas de una abertura semicircular en el centro de su parte inferior y, por lo general, profusamente decoradas con una temática muy variada, que se conocen como Pedras formosas, nombre que deriva de la primera aparecida en la Citânia de Briteiros y que, desde finales del siglo XIX está en el Museo de la Sociedad Martins Sarmento, en Guimaráes. Todas estas construcciones tienen unas características muy semejantes.
Instaladas en la parte baja de los castros y lejos de la zona superior habitada, constan de un horno cubierto con una cúpula, comunicado con una estancia rectangular con cubierta a dos aguas y cerrada en su parte frontal por una pedra formosa. En el exterior hay un patio con una fuente.
A partir de las excavaciones del monumento de Sanfins, en 1973, y en las posteriores de Galegos, Freixo y las actuales del Castro das Eiras, en Vila Nova de Famalicao, no hay ninguna duda sobre el destino de estas edificaciones ni tampoco sobre su asignación cronológica, que debe situarse en el siglo I de nuestra Era y, más concretamente, en la época julio-claudia.
Las anteriores atribuciones de estos conjuntos a monumentos funerarios, hornos de fundición e incluso de panificación, pueden considerarse hoy como totalmente obsoletas ante la evidencia de los últimos hallazgos.Se trata, sin duda, de edificios termales y la distribución de las dependencias sería la equivalente al caldarium, tepidarium y frigidarium de las termas romanas. Así, para los habitantes de los castros, estos monumentos con horno cumplirían la misma función que las grandes termas para los habitantes de ciudades como Bracara o Lucus.
Por otra parte, no está de más recordar un pasaje de Estrabón (III, 3, 6), en el que se refiere a la costumbre de los habitantes de las riberas del Duero de tomar baños de vapor.
La gramática decorativa de las pedras formosas es muy diversa, yendo desde la complejidad de la de Briteiros, que claramente es una muestra del horror vacui, y Famalicao, hasta casos de una gran sencillez como en Sanfins y Freixo. Los motivos consisten en segueados, trisqueles y, en general, aquellos que no difieren en demasía de los existentes en la decoración arquitectónica que aparecía en las casas castreñas.