Comentario
En el siglo XVII, la población y la economía de los reinos hispanos presentan una evolución muy diferente a la observada en la centuria anterior. Si en ésta la tendencia era alcista hasta 1580-1600/1606 en ambas Castillas y Andalucía, hasta 1600-1609 en Valencia y Aragón, o hasta el decenio de 1620 en Cataluña, en el Seiscientos, por el contrario, se produce una regresión o un estancamiento general que comienza a superarse, en la mayoría de los casos, en la década de 1650, acelerándose -o iniciándose en algunas regiones, como se aprecia en la Tierra de Campos- a partir de la reforma monetaria de 1680/1686. Este fenómeno, que afecta a las Coronas de Castilla y de Aragón, incluidas las posesiones italianas, especialmente Nápoles y Milán se manifiesta por igual en el comportamiento de las variables demográficas y económicas, sobre las que inciden no sólo factores estructurales sino también factores exógenos, como epidemias y adversidades climáticas que actúan negativamente.