Comentario
A mediados del siglo X, los territorios de la Marca Hispánica carolingia comienzan un proceso de independencia respecto de los monarcas francos. Las relaciones se rompen a partir de la razzia de Almansur sobre Barcelona en 985. Los condes catalanes iniciarán una política distinta a la realizada hasta el momento, liberándose de la dependencia feudal, ya muy debilitada a partir de la subida al trono de la dinastía de los Capetos.
La búsqueda del establecimiento de unos lazos estrechos con el norte de Italia y especialmente con Roma estaba destinada a lograr la dependencia directa con la Santa Sede, es decir, lograr una provincia eclesiástica no subordinada a Narbona. Ya en 970 las gestiones del conde Borrell y el obispo Ató de Vic anuncian este proceso. Así, en 1016, el conde Bernat Tallaferro y su hermano el abad Oliba obtienen la creación del obispado de Besalú; esta política llega a su culminación en pleno siglo XI, con la restitución de la Sede Metropolitana de Tarragona en el año 1091, que será confirmada en 1118 por el papa Gelasio II.
Se buscan en Roma las bulas papales que substituyan a los preceptos carolingios. Así, el monje Sunyer de Cuixá hace que se sitúe este monasterio bajo la jurisdicción directa de Roma. Lo mismo ocurre en 951 y 952 con el abad Arnulf de Ripoll y el conde Sunifred de Cerdanya, que obtienen sendas bulas para el monasterio y la catedral de la Seu d'Urgell.
Tanto en el aspecto religioso como en el cultural tuvo un papel muy destacado el abad y obispo Oliba (971-1046), hijo del conde Oliba Cabreta, abad de los monasterios de Ripoll y Cuixá y obispo de Vic desde el año 1018. Convirtió estos dos monasterios en dos de los centros culturales más importantes de Europa. Además Oliba estuvo en Roma en 1011 y en 1016.
Respecto a Córdoba, antiguos tratados, ratificados en 966 y en 971, estabilizan la frontera, a pesar de las razzias de Almansur en 985 y en 1001-1002, y también de la expedición sobre Córdoba de los catalanes en 1010. Será en el siglo XI cuando se continúe la conquista del territorio por parte de los condes catalanes y con ello la repoblación de nuevas tierras. Así, entre 1015 y 1016 se conquista el río Segre; el año 1023, Berenguer Ramón I conquista las comarcas de la Segarra y la Conca de Barberá.
Continúa la relación con Occitania a través de una acertada política matrimonial con el condado de Carcasona. Y en otro orden de cosas, la gran expansión de Cluny y a partir del 940 y la importancia del monasterio de Cuixá internacionalizan en esta dirección a Cataluña.
Centros como los monasterios de Cuixá y de Ripoll y las catedrales de Vic, Girona y Barcelona se convierten en esta época en lugares de la más alta cultura y ciencia en el panorama europeo; a menudo asumiendo el papel de transmisores de la ciencia y el saber acumulado por el mundo islámico.
Se produce un renacimiento cultural y una amplia voluntad internacionalista a partir de estos centros. Así, hay que señalar la presencia en Cuixá, en tiempos del abad Garí, de los venecianos Pietro Orseolo y Giovanni Morosini entre otros, y la de Gerbert de Aurillac en Ripoll, entre 967 y 970; el futuro papa Silvestre II seguirá teniendo en cuenta la biblioteca del monasterio catalán una vez en Roma. Recordemos, a manera de ejemplo, que en el año 1047 la biblioteca de Ripoll conservaba 245 volúmenes, con obras de carácter religioso en su mayoría (Biblias, textos de los padres de la Iglesia, Agustín, Orígenes, Isidoro y escritores carolingios), pero también obras clásicas (Virgilio, Horacio, Cicerón, Boecio, Aristóteles) e islámicas.
A finales del siglo X la historia da cuenta también de la relación de los condes catalanes con los emperadores otónidas y cabe destacar asimismo la relación del abad Oliba con Sancho III de Navarra.
Se inicia, además, en el siglo X, la unificación de los territorios de los distintos condados catalanes. Unificación que terminará en el siglo XII en torno a la casa de Barcelona. La agrupación progresiva se inicia en torno al conde de Barcelona, Ramón Berenguer I. Ya en el siglo XI, Besalú se une a Barcelona en 1057, Urgell en 1063 y poco después el condado de Empúries en 1067.
Esta unión, que culminará como decíamos en el siglo XII, y de manera decisiva con Ramón Berenguer III de Barcelona, constituye uno de los hechos fundamentales de la historia de Cataluña.
En el siglo XII, Cataluña se expandirá con la conquista de territorios sarracenos. Se repueblan los territorios de Tarragona. En 1148 se ocupa Tortosa, y en 1149 Lleida, Fraga y Mequinensa.
El tercer factor determinante de la política catalana del siglo XII será la intensa relación con el sur de Francia, con Occitania, que finalizaría con el problema cátaro, la batalla de Muret y la muerte de Pere el Católic.
Este marco histórico presupone claramente una continuidad que abarco desde mediados del siglo X -aproximadamente desde 950- hasta bien entrado el siglo XI. Y esto es importante para la arquitectura, pues garantizará una continuidad en la construcción que se adentrará en tiempos plenamente románicos. Y sobre este proceso incidirá el arte de influencia lombarda.