Época: Reinado Carlos IV
Inicio: Año 1798
Fin: Año 1801

Antecedente:
El gobierno de Urquijo

(C) Enrique Giménez López



Comentario

El propio Urquijo sufriría la dependencia de Francia en sus propias carnes. Primero en febrero de 1799 cuando, por deseo de Carlos IV, intentó salvar la negociación de paz con Portugal y fue acusado de anglófilo por el Directorio, que solicitó formalmente al monarca español, a través del embajador francés en Madrid, Guillemardet, que Urquijo fuera cesado y sustituido por José Nicolás de Azara. Urquijo fue, en esa ocasión, respaldado por Carlos IV, que protestó por lo que consideraba una injerencia del gobierno francés en la política interior española. La segunda ocasión fue, sin embargo, decisiva para la suerte política de Urquijo, y tuvo lugar a partir de noviembre de 1799, cuando el golpe de Estado del 18 de Brumario puso fin al Directorio e inauguró el Consulado, con Napoleón como primer cónsul. Se trataba de estabilizar el régimen burgués para que las viejas clases dominantes pudieran reconciliarse con los cambios sociales logrados por la Revolución. La llegada de Napoleón al poder dio al traste con los éxitos de la Segunda Coalición, pues en 1800 Italia fue recuperada para Francia tras la deslumbrante victoria de Marengo, y los austríacos fueron derrotados en el Rin. Los intentos de Urquijo de congraciarse con el Consulado no fueron suficientes para evitar su caída. El 1 de octubre de 1800, el todavía secretario de Estado español firmó con Berthier los preliminares de San Ildefonso. A cambio del compromiso francés por engrandecer territorialmente el ducado de Parma, España se comprometía a ceder a los franceses, en un futuro inmediato, el territorio de La Luisiana, una parte de la isla de Elba y seis navíos de guerra.
Pese a ese esfuerzo de última hora, Bonaparte impuso el 13 de diciembre de aquel año el cambio de Urquijo por Godoy, quien regresó al poder no ya como secretario de Estado, sino con los entorchados de generalísimo, con autoridad máxima en el ejército. Pero en la realidad, el superministro Godoy era dependiente en todo de Napoleón, convertido en árbitro de la política española hasta la crisis definitiva de 1808.